La alteridad inmigrante en la ciudad del siglo XXI: nuevas formas de construcción del espacio público1

Soledad Laborde

Universidad de Buenos Aires, Argentina sole_laborde@hotmail.com

Artículo de reflexión recibido el 31/01/2011 y aprobado el 27/04/2011


Resumen

Mientras las ciudades globales y posmodernas del siglo XXI aplican sus modelos de desarrollo urbano, la inmigración reciente presenta nuevos desafíos. A partir del abordaje de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la constitución del "Barrio Chino", como un caso empírico, se reflexiona acerca de las "nuevas" formas de gestión de la alteridad inmigrante en el espacio público de la ciudad.

Palabras Clave: Inmigración, Ciudades posmodernas, Recualificación urbana

Abstract

The Immigrant Otherness in the City of the 21st Century: New Ways of the Construction of Public Space.

While the global and postmodern cities of the 21st century put into practice their urban development models, the recent immigration presents new challenges. From the approach of the Buenos Aires city and the setting-up of the "Chinatown" like an empirical case the article reflects about the "new" ways of the management of immigrant otherness in the public space of the city.

Keywords: Inmigration, Posmodern cities, Recualification

Resumo

Alteridade migrante na cidade do século XXI: novas formas de construção do espaço público

Ao mesmo tempo em que as cidades globais e pós-modernas do século XXI aplicam seus modelos de desenvolvimento urbano, as migrações recentes trazem novos desafios. A partir da descrição da Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Argentina) e da formação do Barrio Chino como casos empíricos, refletimos sobre ‘novas’ formas de gestão da alteridade migrante no espaço público da cidade.

Palavras-chave: Migração, Cidades pós-modernas, Requalificação urbana.


La ciudad: entre la fragmentación y el movimiento

Si pensamos en una ciudad, las primeras imágenes y sonidos que se suelen asociar en nuestro pensamiento son los edificios, las luces, los autos, el ruido del tráfico y también muchas personas en movimiento. A medida que seguimos imaginando recurrimos a una ciudad, por ejemplo, la Ciudad de Buenos Aires, es allí cuando comienzan los matices: los edificios son algunos más modernos, de vidrios espejados y tan altos que sólo pueden reflejar las nubes, otros, se levantan como monoblocks grises e invitan a mirar en simultáneo las distintas ventanas como fragmento de alguna historia, y también los hay más bajos y viejos como testigos de algún pasado con aires europeos; las casas, algunas antiguas refaccionadas con lindas fachadas de colores y otras que tienen las huellas de graffitis en aerosol, un esténcil, un cartel de promoción o una pintada política; los negocios, algunos igualitos, pertenecientes a alguna cadena de franchisign; otros más singulares con pizarra en la calle ofrecen el menú del día; las plazas, algunas de cemento, con monumentos, otras con rejas y pastos verdes prolijos; las veredas, algunas más anchas, otras más angostas con un mosaico de diferentes tipos de baldosas; las personas, algunas caminan vestidas de traje, maletín y celular; otras con jeans, bolso y auriculares, otras de jogging con carrito lleno de cartones y celular.

Esta breve descripción, que parece una suma de postales, podría coincidir con cualquier otra gran ciudad del mundo. La "ciudad de tres velocidades" en Latinoamérica es el tipo ideal que concuerda con Buenos Aires cuando la mirada se detiene sobre la composición urbana expresada en la superposición de formas arquitectónicas y de estilos de urbanización (Mongin, 2006). Podríamos decir que, desde esta visión, a medida que uno se desplaza en la ciudad va recorriendo distintos espacios que se fragmentan mediante barreras que se establecen desde la disposición urbana y simbólica. Las tres velocidades se refieren a tres procesos urbanos que permiten pensar el modelo de la ciudad actual. Dicha perspectiva de análisis fue desarrollada por una línea de pensadores de la sociología francesa especializados en temas urbanos que tiene entre sus referentes a Jacques Donzelot y Olivier Mongin. A partir del análisis de su ciudad, París, estos sociólogos han hecho hincapié en los procesos que caracterizan a las grandes urbes de hoy: relegación, periurbanización y gentrification.2

Estos procesos se harían visibles en Buenos Aires con sólo disponernos a transitar la ciudad de sur a norte. La recualificación estaría plasmada en el centro histórico con sus obras de puesta en valor patrimonial del barrio de San Telmo; la relegación se ejemplificaría con los complejos habitacionales del sur de la ciudad, tales como Villa Soldati y Villa Lugano; y la periurbanización se levantaría al norte con los mega countries en las afueras de la ciudad, tal como es Nordelta. Pero en este transitar, al igual que en el juego de la descripción del comienzo, hay un elemento central que rompe con dicho dibujo espacial de las tres velocidades: las personas.

¿Qué cambios hubo en la forma en que las personas se mueven en la ciudad? Foucault planteó que los siglos XVIII, XIX y principios del XX, se caracterizaron por la "sociedad del encierro". Los sujetos transcurrían de un espacio cerrado a otro, esto implicó en la ciudad el levantamiento de majestuosos edificios orientados al disciplinamiento (por ejemplo las escuelas), produciendo un ordenamiento del tiempo y del espacio. Sin duda, el nuevo contexto de globalización también plantea un nuevo ordenamiento de la sociedad actual.3 Con relación al análisis de Foucault, Deleuze propone que la sociedad actual está ante la crisis de los lugares de encierro: el hospital, la fábrica, la escuela y la familia. La ejemplificación de este cambio es vasta, entre las nuevas formas se establece: la educación continua y a distancia, la asistencia médica ambulatoria, la publicidad, el marketing y la operación de los medios de comunicación. "Son las sociedades de control las que están reemplazando a las sociedades disciplinarias" (Deleuze, 1991). Esto nos invita a pensar las nuevas formas de control de la sociedad que se establecen en las nuevas ciudades, es decir, ya no es necesario el levantamiento de muros o rejas para delimitar los espacios de circulación de los sujetos, hay un nuevo tipo de barreras asociadas a lo simbólico que se vinculan, por ejemplo, con: los tipos de ofertas culturales, las modas, el paisaje escenográfico de ciertos barrios, la degradación del espacio público, entre otras.

Según Donzelot, las "ciudades de tres velocidades" se caracterizan por "la relegación de los polígonos residenciales y la periurbanización de la clases medias, que temen la proximidad de los ‘excluidos’ mientras se sienten ‘olvidadas’ por la élite de los ganadores que se dedica a invertir en el proceso de gentrificación de los centros históricos" (Donzelot, et al., 2007 : 29). Entonces, podemos preguntarnos si estos procesos muestran un modo en que se expresan las nuevas formas de control.

En este sentido, la movilidad aparece como un atributo ponderado en las nuevas formas de habitar el mundo urbano y cosmopolita del siglo XXI. Así las desigualdades se observan en la manera como los distintos sujetos circulan, habitan y viven en la ciudad. Desigualdades forjadas históricamente a partir de las políticas –principalmente neoliberales– que tuvieron como resultado el empobrecimiento de un gran porcentaje de la población. Este sector no tiene acceso a la educación, al trabajo y a una vivienda digna, pero a su vez, no accede a otros nuevos derechos como son la tecnología y los consumos culturales, entre otros, necesarios para la movilidad. García Canclini en su obra Diferentes, desiguales y desconectados, llama la atención sobre el actual mundo neoliberal donde ya no sólo es una cuestión de desigualdad económica o de diferencia cultural sino de conexión:

Entonces podemos pensar que los procesos de recualificación o gentrification se encuentran vinculados a este atributo de movilidad y conexión. Por una parte, porque ocasionan movimientos de algunas poblaciones y el desplazamiento de ciertos sectores pero, también, porque producen en la configuración de las ciudades, nuevas formas de conexión entre espacios gentrificados. Las conexiones podríamos observarlas a través de la operación del mercado, la promoción turística o también desde la perspectiva de los recorridos de ciertos sujetos, que buscan y pueden acceder a los tipos de consumos y servicios que dichos lugares ofrecen. Sin embargo, también observamos que ciertos espacios de la ciudad caracterizados por la recualificación o la gentrificación conllevan prácticas disruptivas de los sujetos que ponen en cuestión estos procesos urbanos.

Encontramos –como resultado de los nuevos flujos poblaciones de las urbesque los inmigrantes se presentan como actores centrales en el intercambio de información y de prácticas culturales, y que las ciudades, se construyen con una nueva imagen donde la multiculturalidad emerge como una característica (Borja, et al., 1997; García Canclini, 2006; Bayardo, et al., 2003; Sassen, 2004). Si bien este fenómeno se exacerba en el contexto actual de globalización con la facilitación de las comunicaciones y del transporte, las inmigraciones se asocian a un proceso constitutivo de la ciudad. Estos desplazamientos han sido estudiados por los pioneros de las ciencias sociales que abordaron lo urbano. Por ejemplo, la Escuela de Chicago4 llamó heterogenética de las ciudades a los movimientos migratorios que suscitaba la heterogeneidad generalizada y que sólo se podría amalgamar a través de las formas sociales de la ciudad (Delgado, 2003). Esta propiedad se vincula con el "carácter cosmopolita", que pareciera que le pertenece a la ciudad como algo "natural" desde sus orígenes. Sin embargo, la multiculturalidad se enaltece en las ciudades contemporáneas asociada a la inmigración, siendo en algunos casos positiva y en otros un conflicto.

A partir de este marco conceptual se propone abordar en el presente artículo, cómo las transformaciones suscitadas en el espacio público de la Ciudad de Buenos Aires vinculadas a la alteridad inmigrante se conforman como nuevas formas de control de la sociedad. Desde una perspectiva etnográfica, basada en técnicas de entrevista en profundidad, observación participante y análisis de fuentes secundarias se presenta el caso de la conformación del Barrio Chino de la Ciudad de Buenos Aires como una forma de recualificación del espacio urbano, siendo la alteridad inmigrante –en tanto cultura– un recurso central para este proceso y un aporte a la construcción de una marca-ciudad. El objetivo es contribuir a la reflexión sobre la construcción de las ciudades en relación a la multiculturalidad y el valor que cobra este atributo en la actualidad con la puesta en práctica de políticas públicas orientadas a la renovación urbana del espacio público como forma de resolver conflictos, obtener mejoras económicas y posicionar a la ciudad en el contexto global, implicando todo esto una forma de control de la otredad y de inclusión/exclusión de los inmigrantes.

Para comprender cómo se inserta el caso del Barrio Chino en la configuración de la Ciudad de Buenos Aires debemos considerar el rol central que cobra la cultura en relación al marketing de ciudades.5 La Ciudad de Buenos Aires, a lo largo de sucesivos gobiernos, ha construido una marca como ciudad que implicó a su vez, el despliegue de diversos procesos de recualificación urbana y/o gentrification6 sustentados, principalmente, en la estetización y espectacularización de la ciudad como parte de la estrategia en su posicionamiento en la red de ciudades (Lacarrieu, et al., 2001). Distintos estudios analizaron el desarrollo de los procesos de recualificación urbana en la ciudad de Buenos Aires a través del abordaje de la transformación de los barrios de Abasto, San Telmo, Puerto Madero, entre otros (Lacarrieu, 2004; Carman, 2006).

Los gobiernos de Ibarra-Telerman (2003-2006) y Telerman (2006-2007) tenían como premisa de su plan estratégico para la gestión de la ciudad: posicionar a Buenos Aires como la "Capital cultural de América Latina". Esto se llevó a cabo a través de distintas acciones centradas en "instalar la marca Buenos Aires como Meca del Turismo Cultural". Se pusieron en marcha diversas políticas, como la realización de festivales internacionales de proyección internacional y de atractivo turístico tales como: el "Campeonato Mundial de Baile de Tango". Así mismo se dispusieron esfuerzos en de acciones de "puesta en valor y promoción del patrimonio cultural como recurso económico y como expresión de nuestra identidad" (Informe de gestión 2003-2007).

A fines de 2007 se realizó el traspaso de la jefatura de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires al Partido "PRO" (un partido nuevo que hizo una gran campaña publicitaria de estética diferente a la de los partidos tradicionales). Como resultado de las elecciones electorales, su candidato Mauricio Macri –un reconocido empresario argentino de la década de los noventa, nuevo en la política pero con alta visibilidad pública debido a su desempeño como presidente del conocido club de fútbol Boca Juniors –asumió la jefatura. El gobierno del Partido PRO tuvo en el inicio distintos cambios de ministros de cultura para definir finalmente la designación de Hernán Lombardi. Este ex-ministro del gobierno de Fernando De la Rúa vinculado al empresariado argentino del área de turismo, presentó como bandera de su gestión a la "cultura", en el sentido de instrumento para proyectar la ciudad en el mundo. Hoy en día encontramos que el gobierno de Mauricio Macri muestra ciertas continuidades con gobiernos anteriores en cuanto al planteamiento de políticas culturales en la gestión de la ciudad que nos permiten pensar en el modelo de ciudad que se viene forjando en los últimos años.

El enfoque político actual otorgado a la cultura desde la gestión del ministro Lombardi queda plasmado en una de las primeras políticas implementadas: la creación del Ente de Turismo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires –una institución autárquica en el ámbito del Ministerio de Cultura de la Ciudad que se constituye como uno de los principales órganos ejecutores de las acciones de mayor trascendencia del gobierno vinculadas a la cultura– y la finalización del plan maestro de remodelación del Teatro Colón en 2010. Por el momento, pareciera fortalecerse la estrategia desarrollada por gestiones de gobierno previa de espectacularización y ennoblecimiento del espacio público, fomento de la artes clásicas con énfasis en la construcción de una marca de ciudad para los ojos de los turistas a través de la cultura.

La marca Buenos Aires y las representaciones forjadas se vinculan a su vez con un proceso histórico que impregnó las formas de conceptualizar a la ciudad en la actualidad, caracterizada por la construcción de una "portenidad" vinculada a un ideal europeo, un modo de ser con fuerte arraigo y correlato en el espacio público ya sea desde el estilo arquitectónico, la monumentalización o la patrimonialización.

La construcción de la "portenidad" se debe entender retomando el proceso histórico de conformación de la ciudad, donde la hegemonía7 intelectual europea fue central para las elites gobernantes en los orígenes de Buenos Aires, principalmente para la generación de los ochenta,8 una clase que enalteció el pensamiento europeo y rechazó los esquemas mentales "tradicionales" (en respuesta al modelo criollo de Rosas). Este ideario se plasmó en diversas políticas que impulsaron un urbanismo que tomó como referencia a las ciudades de Londres y París. La ideología imperante de la época se basaba en el positivismo de Comte y Spencer, quienes reflexionaron sobre la sociedad a partir de las lógicas de las ciencias naturales, por lo tanto, las ciudades también eran pensadas como un organismo donde cada elemento cumplía una función y toda alteración debía ser corregida y eliminada para poder reproducirse de forma cohesionada a fin de mantener la homeostasis. A su vez, la idea de estadios en relación a la evolución de las sociedades, donde Europa representaba la sociedad más desarrollada, era la ideología imperante de entonces. Por lo cual, esta élite implementó una política activa para fomentar la afluencia de inmigrantes europeos–aplicando la "Ley Avellaneda" de Inmigración y Colonización promulgada en 1876– a fin de cumplir con el plan "civilizatorio" que implicó el exterminio de gran parte de la población aborigen y la negación de otras como la africana. Buenos Aires se convirtió en un elemento central para el desarrollo ya que las ciudades eran "como activos centros de europeización del país", es así como la generación de los ochenta continuó y asentó la política civilizadora de Sarmiento (Romero, 1987). Este plan histórico incidió en la configuración de la ciudad, afectando los desplazamientos, las lógicas de pensamiento y las formas de relación de las personas hasta nuestros días. Hoy también leemos a los intelectuales europeos y reflexionamos sobre lo que ocurre en nuestra ciudad.

En este sentido, el "aporte" de los inmigrantes se encuentra en permanente diálogo con el mito fundante de la ciudad que se basa en las migraciones europeas llegadas a fines del siglo XIX. El modelo positivista basado en la idea de civilización y barbarie promovió la llegada de inmigrantes europeos principalmente de España e Italia a fin de constituir la nación argentina. Estos inmigrantes son los "reconocidos" y quienes quedaron plasmados en el imaginario, por lo cual, todos los "nuevos" inmigrantes provenientes de otros lugares del mundo son generalmente objeto de estigmatizaciones, discriminación, xenofobia, desvalorizaciones y exclusión como ciudadanos.

Formas de producción de otredad en la ciudad del siglo XXI: el caso del Barrio Chino

En 1982 Ridley Scott, director de Holywood, estrena la película Blade Runner, si bien para su estreno tuvo poca taquilla en los cines, años después se convirtió en una película de culto en ciencia ficción. Protagonizada por el conocido actor, Harrison Ford, la película transcurre en una ciudad del futuro, del siglo XXI, exactamente Los Ángeles del 2019. La película fue precursora en cuanto su trama acerca de la manipulación genética y la existencia del hombre pero también por el planteamiento escenográfico: una ciudad del futuro totalmente degradada, oscura, donde el espacio público es un caos y donde apenas se puede transitar entre la basura, la chatarra y los edificios en ruinas. A pesar de que el tema central se relaciona con la manipulación tecnológica, toda la película transcurre en un chinatown, el cual mantiene ciertas formas tradicionales o de "atraso" en la línea de la película. Las imágenes nos devuelven una mirada de la ciudad desde la pesadumbre, inundada por las luces de neón de los locales de comida asiática que muestran todavía algo de vida en la ciudad, el idioma chino incomprensible, los personajes exóticos y deambulantes en el oscuro y humeante barrio chino. Un lugar donde ya no hay espacio para la naturaleza, hasta los alimentos y los animales son obras de la manipulación genética. A su vez, se observa la persistencia de las publicidades de multinacionales como Coca Cola en grandes carteles luminosos y otras que promocionan algún lugar mejor donde residir: "mundo exterior, más espacio, viva limpio". De esta forma, pareciera que los relegados de la tierra sólo les queda vivir en la ciudad del barrio chino.

Blade Runner muestra la imagen de una ciudad del siglo XXI, donde el confinamiento y la relegación de la vida en guetos no pudieron ser superados en la metrópolis. Este imaginario de la ciudad del futuro (el 2019, en el contexto de la película) se presenta como una amenaza que alude a la evolución de las ciudades, en las que el caos se apoderó por completo con viviendas abandonadas, suciedad, publicidad, ausencia de naturaleza, inexistencia de espacios verdes y la presencia incontrolable de los "otros"; donde la clase media ya escapó al "mundo exterior". En el final, Harrison Ford, el Blade Runner cazador de "replicantes",9 elige escaparse con la mujer de la cual se enamora, una "replicante", cuando está por fugarse, otro Blade Runner le dice la frase de cierre de la película: "Lástima que ella no pueda vivir, pero ¿quién vive?".

Tal como plantea la película: ¿quién puede vivir en esta ciudad? Los problemas de la ciudad se vinculan con la calidad de vida, el deseo y las posibilidades. Hoy en día, las ciudades del siglo XXI son objeto de distintas estrategias orientadas a evadir un futuro caótico mediante la preocupación por el ordenamiento del espacio público que implica una gestión de la infraestructura como son los servicios de transporte, las cloacas, un embellecimiento del paisaje a través del recambio de las baldosas de una calle, la "puesta en valor" de parques y monumentos pero también, en algunos casos, una gestión de la otredad. Los políticos y planificadores de las ciudades se preguntan cómo controlar a la alteridad inmigrante para que no cambie la fisonomía de los barrios, cómo hacer para que la ciudad no se convierta en un oscuro barrio chino. Siguiendo a Giandomenico Améndola (2000), las ciudades posmodernas son centrales en los imaginarios del hombre y en su experiencia. La distinción se constituye como un factor central para la construcción del espacio público teniendo como resultado la configuración de una nueva fragmentación social. De esta forma, la belleza se convierte en un elemento central a la hora de organizar y levantar la ciudad, debido a que hoy en día las ciudades deben ser atractivas, siendo los rasgos escenográficos un factor de distinción, diferenciación de espacios en la ciudad y constructor de nuevas barreras simbólicas.

Ya en el 2000, el imaginario de la globalización está instalado, la apertura económica de los noventa con la convertibilidad en Buenos Aires permitió un flujo de bienes, mercancías y personas de los lugares menos pensados, por lo tanto, con ello fue también la modificación en el movimiento de los bienes culturales que cambiaron la forma de vida y de consumo en la ciudad. Buenos Aires ya no puede omitir la presencia de inmigrantes, de "otros" diferentes a los que la escuela enseñó, que ya no son en su mayoría de Europa sino que llegan de países de Latinoamérica, Asia y África.

Esta presencia de otras "culturas" que brotan en la Buenos Aires del 2000, en algunos casos es retomada positivamente. Se observa, por ejemplo, en la forma en que aparecen plasmadas en los medios de comunicación. En la nota "Joya de las colectividades" publicada en la revista dominical del diario El Argentino se describe: "Algunos rincones porteños atesoran lo mejor de la gastronomía de otras culturas. El convocante barrio chino de Belgrano, el color de la pequeña Bolivia de Liniers, la cocina peruana en el Abasto y las delicias armenias de Palermo" (El Argentino, 28 de agosto de 2010). La descripción de la revista que localiza a los inmigrantes en distintos barrios de la ciudad permite construir ciertos mapas mentales en cuanto a posibles recorridos por la ciudad para realizar alguna compra exótica o zambullirse en una Buenos Aires no tan conocida.

Podríamos decir que desde este conjunto de hechos se propone que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires habría una "etnización" de ciertos espacios públicos, es decir, algunos espacios serían exclusivos o asociados a ciertos colectivos de inmigrantes dentro de las delimitaciones barriales formales. Algunos de los ejemplos que mencionamos son: el Barrio Coreano y el Barrio Charrúa (boliviano) en Flores, el Barrio Armenio en Palermo y el Barrio Chino en Belgrano, entre otros. La posibilidad de imaginar "barrios étnicos" en las grandes urbes no nos parece extraña, en este sentido es que debemos comprender los procesos más allá de la escala local.

Cuando el multiculturalismo y la cuestión de la inmigración en la ciudad son considerados como un "problema" o conflicto a resolver, aparecen en ese transitar imágenes, modelos e idearios, de distintas ciudades del mundo que se mezclan con las historias y representaciones locales. En este sentido es que nos preguntamos si en Buenos Aires se puede hablar de un proceso de "guetización", tal como se refiere para los casos de ciudades como Nueva York. También cabe preguntarse qué papel juegan los grupos inmigrantes en el contexto de construcción de ciudades contemporáneas.

Para ello retomaremos el análisis del caso empírico de la constitución del Barrio Chino (conformado por unas cuadras aledañas a la intersección de las calles Arribeños y Juramento en el barrio de Belgrano). En este punto nos detendremos a pensar también cómo a partir de la constitución del Barrio Chino se da, desde el poder y de los propios actores, la gestión de la inclusión o la negociación del lugar del inmigrante chino-taiwanés en la ciudad. Retomo la propuesta de Michele de La Pradelle (2000) que propone evitar abordar la ciudad o el barrio como algo "dado" y en su lugar plantea pensar la ciudad como resultado de las prácticas y las relaciones de y entre los sujetos. Entonces, cabe cuestionarse qué es lo que lleva a la construcción de dichos espacios de la ciudad como "exclusivos" de ciertos grupos inmigrantes, especialmente, desde el plano de las representaciones y del imaginario de la ciudad. Considero que en la disputa del espacio público se ponen juego las tensiones, rivalidades y conflictos en relación a la construcción identitaria de los inmigrantes y de la propia ciudad, siendo el elemento por excelencia para dicha disputa la "cultura".

De esta forma, encontramos a los "otros", aquellos llegados desde otros países que tienen ciertos territorios en la ciudad que le son atribuidos por su presencia y por sus manifestaciones culturales, y que entran en tensión con cierta construcción estereotipada de la "portenidad". Así es que un nuevo elemento se suma a la ciudad fragmentada de "las tres velocidades": la alteridad inmigrante. Para entender este concepto podemos retomar la idea de "alteridad invertida" (Krotz, 1987), una dialéctica que implica el reconocimiento de lo propio teniendo como horizonte lo concebido como otro, pero a su vez en este reconocimiento, la configuración del "otro" realizada como una negación del "nosotros". En este sentido, es que el inmigrante es construido como un "otro" en la ciudad en relación al imaginario sobre el cual se forjó la identidad porteña. Comprendemos la construcción de la alteridad como una diferencia cultural situada, es decir, las relaciones en situación de diálogo y de conflicto se deben comprender considerando el contexto y el carácter político que asume la manipulación que los actores hacen de la cultura (Grimson, 2006). Por lo tanto, podemos decir que ocurre una construcción de identidad étnica10 en relación a los inmigrantes, que en ocasiones puede ser positiva o negativa, visibilizada o invisibilizada en la ciudad de acuerdo con lo que es lo que se ponga en juego.

Hoy en día desde la perspectiva antropológica se presenta como limitada la idea de pensar en la existencia de "barrios étnicos" o pensar la ciudad desde la concepción de "mosaico cultural", debido a que los flujos de relaciones que especialmente caracterizan las ciudades son una muestra de que el inmigrante no se encuentra aislado, ni cerrado en su comunidad, ni tampoco es un grupo homogéneo. Por lo tanto, el concepto de barrio lo retomamos entendido como una construcción histórica en términos de significados compartidos socialmente y, por lo tanto, no reducido a ciertas relaciones comunitarias (Gravano, 2005).

Si focalizamos nuestra mirada en cómo se construyen los espacios de la ciudad asociados a grupos inmigrantes, encontramos que el Barrio Chino es una de las zonas que tiene mayor visibilidad en Buenos Aires (de cara a la sociedad en general, el turismo y los medios de comunicación). Una cuestión relevante de la que pudimos dar cuenta cuando se comenzó con el trabajo de campo es que en dicho lugar no hay un confinamiento espacial de inmigrantes, por el contrario, viven muchas personas de origen no asiático. Asimismo, la conformación de los comercios asiáticos no es reciente sino que se remonta a la década del setenta con sucesivas oleadas migratorias y que la denominación de "chino" no corresponde para todos ya que encontramos una fuerte comunidad taiwanesa, así como la presencia de japoneses, vietnamitas y como ya dijimos, argentinos. La conformación actual ronda en un radio de cuatro cuadras por dos, lo que lo constituye en un área muy pequeña si lo comparamos con los grandes chinatowns de ciudades como Montreal o Los Ángeles. Una de las razones que podemos encontrar es que los inmigrantes taiwaneses y chinos no eligieron para residir estrictamente este lugar, por el contrario, debido al modelo de inserción socioeconómica se distribuyeron por distintos barrios de la ciudad e inclusive en el interior del país. Pero la irrupción del Barrio Chino en el espacio urbano de la ciudad es notoria debido a la cantidad de afluencia de ciudadanos y turistas que visitan el barrio, por su oferta gastronómica y sus productos importados de bajo valor.

Este caso empírico nos permite traer a discusión el imaginario de "barrios étnicos" o de guetos, como una forma de habitar la ciudad donde la pertenencia étnica sería condición suficiente para vivir en y entre la propia comunidad, realidad e imaginario que se suele asociar a otras ciudades del mundo o que se solía anclar a otra época histórica de Buenos Aires (fines del XIX y principios del siglo XX), tal como plantean Cerrutti y Grimson:

Los autores proponen que en Buenos Aires transcurre en la actualidad un pasaje del modelo del conventillo al modelo del gueto:

En este sentido, podemos dar una vuelta más a este planteamiento ya que hablar de gueto tiene varias limitaciones en cuanto a la dinámica e historia de Buenos Aires. La cuestión radica no en el confinamiento de las personas en los lugares de residencia según la condición étnica o socioeconómica como "gueto social" sino la cuestión del derecho de estar allí.

Esta cuestión se puso de relieve en el conflicto suscitado en diciembre de 2010 por la ocupación de tierras del Parque Indoamericano en Villa Soldati, Buenos Aires. La toma del predio –a través de la instalación de tiendas y carpas por más de mil familias de sectores pobres residentes de las villas cercanas– fue una medida de reclamo por planes de vivienda. Si entrar en los detalles de este conflicto, es interesante observar la visibilidad que cobró la problemática debido a los acontecimientos de represión y de enfrentamientos11 que puso en agenda pública problemáticas centrales de la ciudad que se encuentran vinculadas: la inmigración, la seguridad, el problema habitacional y la soberanía política. Este conflicto sacó nuevamente a la luz un problema histórico que tiene una fuerte raíz en la última dictadura militar cuando se expulsó a los sectores populares de la ciudad, llevándolos a los márgenes, ya que la ciudad se debía reservar a los sectores de mayores recursos (Oszlak, 1991). La justificación "no nos podemos hacer cargo de los problemas del MERCOSUR"12 de Mauricio Macri, actual jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en respuesta al señalamiento que se hizo de que el 70% de los ocupantes del predio eran bolivianos, paraguayos e inmigrantes de países limítrofes, dejó en evidencia que para el Estado habrían ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda en cuanto a su condición de inmigrantes y su derecho a vivir de forma digna en la ciudad. La estrategia de recurrir a la condición de la nacionalidad para deshacerse de la responsabilidad es una clara muestra que en cuestiones de índole social como el derecho a la vivienda el inmigrante debe pesarle alguna culpa por este reclamo. En este sentido, podemos decir que a diferencia de los años setanta, la cuestión de la nacionalidad o procedencia será un factor central en torno a la legitimidad del reclamo de los sectores pobres.

Entonces, el problema del territorio en relación con la etnicidad sigue presente con nuevos cambios. Además de la relegación, nuevas estrategias desde la planificación urbana y la construcción de marcas para la operación turística surgen para embellecer aquello que incomoda, invisibilizar las muestras de aquellos que nos recuerdan que la portenidad europea soñada del siglo XIX tuvo otro resultado y visibilizar parcialidades deseables que en su sentido de "diferencia" aportan un valor.

Tal como lo mencionamos, otra muestra de gestión de alteridad inmigrante en la ciudad es el Barrio Chino, ubicado en Belgrano (barrio de Buenos Aires caracterizado por la presencia histórica de la clase media-alta). El ascenso de visibilidad que el Barrio Chino tuvo a partir del año 2000 coincide con el comienzo de algunos proyectos de ordenamiento del espacio iniciados por ciertos actores del colectivo chino-taiwanés junto con algunos funcionarios del gobierno local, principalmente a través de la presentación ante la legislatura de un proyecto para lograr su reconocimiento como Barrio Chino y la manifestación de expresiones del patrimonio inmaterial en el espacio público. La visibilización se observa través de los distintos artículos periodísticos que dedican sus líneas a mostrar expresiones y ofertas vinculadas al consumo cultural como es la fiesta del año nuevo chino, las innumerables notas de moda, salud, lifestyle o gourmet de recomendación de visita del barrio por su oferta gastronómica, por los productos exóticos de regalaría y para la salud. También son conocidos los conflictos que se suscitan en el barrio tales como: la clausura de locales, las quejas de vecinos del barrio por problemas de suciedad o por el proyecto de peatonalización de las calles, entre otros.

Durante el trabajo de campo realizado se pudo constatar cómo el espacio ganado en la calle a través de la celebración del año nuevo chino se torna prácticamente como fundacional para el Barrio Chino, ya que a través de la danza del dragón se presenta una marca cultural que permite ocupar el espacio público y es escogida por excelencia como ícono para la presentación de la colectividad en cualquier ámbito. Es así como la figura del dragón y en particular la danza del dragón para la colectividad china-taiwanesa es un elemento central y de disputa. Por lo tanto, el dragón se lo puede considerar como el elemento clave que marcó el paso de lo privado a lo público, de esta forma es que se lo presenta en el relato coincidiendo con los primeros festejos del año nuevo en el espacio público y la idea de constitución de Barrio Chino:

Hoy en día la danza del dragón se presenta en todo acto en el que se necesita enaltecer la cultura china. La performance es realizada más allá del contexto del año nuevo chino, del espacio circunscrito del barrio y de quien lo porte. Por ejemplo, encontramos que la danza se reprodujo en el desfile de la Avenida De Mayo "Buenos Aires Celebra China" organizado por el gobierno de la Ciudad y también en la intervención de la presentación de la nueva línea de ropa Nike en el contexto de las Olimpiadas de Beijing 2008. En ambos casos el dragón lo portaban chicos estudiantes de una escuela de arte marcial no pertenecientes a la colectividad (en un sentido estricto). Si bien entonces consideramos que la figura del dragón se consolida como elemento central para la disputa de la legitimidad de los distintos actores que detentan cierto estatus y poder, los cuales se establecen como productores de cultura china en determinados contextos; hay dos aspectos llamativos con respecto a lo que sucede con la danza del dragón con ciertos sujetos de la colectividad china-taiwanesa. En primer lugar, en la celebración del año nuevo todos los comerciantes reciben el buen augurio del dragón (durante el desfile por los comercios) pero también es interesante detallar que el público expectante a la danza del dragón es en su mayoría no asiático. Por otra parte, en los festejos de 2010 mientras más de 20.000 personas estaban atentas ante el desfile del dragón en la calle Arribeños, el templo budista de la calle Mendoza realizaba los festejos a través de una invitación a un gran almuerzo comunitario alrededor de una mesa para toda la comunidad de budistas. Familias enteras, en su mayoría asiáticas, festejaban el año nuevo intercambiando sobres rojos y platos vegetarianos, mientras afuera el dragón desfilaba entre la multitud inquieta y ansiosa por tener la posibilidad de tocar al dragón para recibir el augurio.

Tal como mencionamos, otro de los sucesos donde la danza del dragón estuvo presente fue en el contexto de la Celebración del 60° aniversario de la República Popular China, para lo cual, la Dirección de Relaciones Institucionales organizó el evento "Buenos Aires celebra China". El evento formó parte de un programa liderado por esta Dirección con el objetivo de llevar las expresiones culturales de los inmigrantes a la Avenida de Mayo, centro emblemático de la ciudad, y festejar así un día de cada colectividad. Esta producción se realizó sobre la calle en la avenida frente a la Casa de Cultura y se programaron ciertas actividades culturales para mostrar la cultura china. El evento no tuvo prácticamente convocatoria de la colectividad, pues sólo se pudo ver algunos funcionarios y algunos periodistas que escriben para algunos medios de la colectividad. Sin embargo, es indudable cómo la puesta en escena en la Avenida De Mayo frente a la Casa de Cultura permite dar cuenta de la intención de mostrar la diversidad de la ciudad, "el mosaico" tal como lo definen en la Dirección de Relaciones Institucionales.

De esta forma, el colectivo chino negocia y legitima su estatus a través de este acto que si bien no fue convocante es relevante en cuanto el uso político de la cultura. Por parte del gobierno se resaltó la idea de "volvamos a traer esta alegría de la colectividad con el Gobierno, la idea de recuperar Avenida de Mayo como centro cultural" (Entrevista a Claudio Avruj, director de la Dirección de Relaciones Institucionales, Buenos Aires, 01/08/2009). Este sentido es también resaltado por uno de los líderes de la Asociación Barrio Chino de Buenos Aires:

El concepto de alegría enunciado por ambos sujetos se refiere a la concepción de la cultura como entretenimiento, éste es el espíritu sobre el cual se piensa y se proyecta tanto desde el gobierno como desde los líderes locales el Barrio Chino y el lugar de los inmigrantes en la ciudad. La colectividad boliviana que fue objeto de acusaciones en el conflicto del Parque Indoamericano, detallado anteriormente, también tuvo su festejo en la Avenida De Mayo a través del programa "Buenos Aires Celebra", mediante el cual mostraron las danzas que suelen realizar para el festejo de la Virgen de Copacabana en el Barrio Charrúa en Nueva Pompeya. La visibilización de la colectividad a través del aspecto cultural y de su patrimonio inmaterial es la forma en que el gobierno negocia una forma de inclusión sociocultural, desde un aspecto positivo recuperando aquello que puede ser maniobrable y digerible, tal como son las máximas expresiones culturales.

En el caso del Barrio Chino si pasamos al plano de las transformaciones de fisonomía en el barrio, podemos dar cuenta del apoyo político a partir de los cambios de categorización de la zona según el código de planeamiento urbano que permitió que se implante la construcción del Arco Chino en Juramento y Arribeños y el emplazamiento de grandes supermercadistas chinos en la zona. Así como el pasaje de lo público a lo privado del dragón fue un hecho clave, la constitución de este Arco es un ícono, la máxima expresión de la necesidad de crear delimitaciones simbólicas-físicas, que anclan y refuerzan la idea de barrio étnico y de mosaico cultural. El valor positivo del Arco en términos políticos remite a la idea de la exaltación de la importancia de la magnificencia de la cultura china como parte también de la Ciudad de Buenos Aires, en este punto se referencia también la existencia insoslayable de un chinatown, tal como ocurre en las grandes metrópolis.

La construcción del Arco implicó un proyecto millonario que donó la colectividad de empresarios chinos argentinos al gobierno actual de la ciudad. Si bien en términos de embellecimiento y de distinción para la ciudad fue muy bien recibido por el gobierno, este hecho incrementó el nivel de conflicto con los vecinos que residen en dicho lugar, los cuales se nuclean principalmente bajo la Asociación de Vecinos del Bajo Belgrano.

Los rechazos hacia estos inmigrantes se vincula con un imaginario que circula en la ciudad sobre dicha colectividad referida a la presencia de una "mafia china" que habría cometido varios asesinatos en los últimos años, también la idea de que son "sucios" y que son "ilegales". Frente a la persistencia de estos estereotipos y discriminaciones se evidencia que la política de levantamiento del Barrio Chino y los bailes en la Avenida De Mayo no vienen a resolver el problema de la inclusión social, cultural y económica de los inmigrantes.

A modo de reflexión

El modo de habitar los espacios de la ciudad es ordenado y reglamentado principalmente por el Estado, pero también intervienen el sector privado y, a su vez, como observamos, los sujetos elaboran estrategias individuales y grupales para lograr su derecho a vivir en la ciudad de acuerdo con los códigos que se ponderan. De esta forma, cabe retomar las imágenes presentadas al inicio del artículo y el planteamiento sobre el cual se piensa a las ciudades contemporáneas para reflexionar –luego del desarrollo del caso del Barrio Chino de Buenos Aires – acerca del lugar de los inmigrantes: quiénes son los que circulan y cómo lo hacen en la ciudad global del siglo XXI.

Tal como se ejemplificó a través del caso del Barrio Chino, habría una cierta "etnización" del espacio público establecida por ciertos flujos asociados a los consumos culturales y de turismo, sin embargo, dicha cuestión no puede leerse como una fragmentación en la ciudad desde el sentido de guetos. Por el contrario, la alteridad inmigrante es recuperada como un valor positivo en la construcción del espacio público para integrarlo a ciertos recorridos y flujos de la ciudad practicados, por ejemplo, por la clase media. Por lo tanto, la segregación que se daría debe ser entendida como la construcción de la diferencia cultural que reduce al otro hacia ciertos espacios de exclusión (Bernard, 1994). La segregación se presenta cuando se tejen límites, barreras para las relaciones y las interacciones entre los sujetos. ¿La conformación del Barrio Chino podría dar cuenta de un tipo de segregación?

En este caso, en el Barrio Chino, el espacio de exclusión estaría dado ya no por una situación de confinamiento espacial de los inmigrantes al estilo gueto o barrio étnico sino por la operación simbólica e ideológica que actúa sobre los sujetos constituyéndolos como inmigrantes, otorgándoles un estatus diferencial que, a su vez, es agravado cuando la única forma de inclusión que se les otorga es como grupo étnico, portador de ciertos atributos culturales que pueden ser manifestados en determinadas ocasiones. La construcción de la identidad étnica de los grupos y de los sujetos es contextual pero, también, es construida a través de ciertos marcadores culturales (Barth, 1976). Por lo tanto, los elementos que se establecen para la constitución de dicha identidad –que nutre al Barrio Chino– requieren de una operación de selección principalmente de tipo "cultural" en el que los grupos de mayor estatus y poder, junto con el poder gubernamental, son los que tejen los límites: fronteras para las relaciones y los intercambios entre los sujetos. De esta forma, la construcción de la identidad étnica que se trata de vincular a la "portenidad" puede, en ocasiones, ser positiva o negativa, visibilizada o invisibilizada en la ciudad de acuerdo con lo que se ponga en juego.

Retomando estas ideas de García Canclini, se puede decir que los inmigrantes chinos-taiwaneses que no se construyen en clave de "productores culturales" son totalmente desplazados de la lógica reinante del Barrio Chino –al igual que otros sujetos que habitan el lugar, como por ejemplo los vecinos no asiáticos que están en desacuerdo con la nueva oferta cultural o modo de vida propuesto– y a su vez, si no cumplen con los requisitos y formas de "ser chinos", estos individuos quedan relegados y excluidos de ciertas redes de inserción. Principalmente esto se observa en los desplazamientos de vendedores ambulantes, su regulación y ordenamiento en contextos de celebración del año nuevo chino y a su vez, en la intención de invisibilizar aquellos que no adoptan los códigos y normas de higiene y de estética locales.

El gobierno interviene apoyando la actividad cultural y el desarrollo del barrio a través de la Asociación del Barrio Chino y de los grupos inversores pero no interviene en la situación del individuo que está en un lugar desigual, que no cumple con los atributos positivos del inmigrante chino y que, por lo tanto, se encuentra en un estatus menor sino, por el contrario, el gobierno refuerza (en apoyos sólo culturales eventuales o en la omisión) una política unidireccional y uniforme sin poder contemplar las asimetrías en el interior del colectivo, las diferencias y las tensiones existentes.

Podemos decir que el Barrio Chino se presenta como un caso en el que se utiliza el recurso de la alteridad inmigrante para la configuración del espacio público y la recualificación urbana de una zona de la ciudad con fines turísticos y comerciales siendo una forma de gestionar la diversidad cultural. Un caso que se diferencia del tradicional modelo de recualificación del centro histórico de la ciudad –en referencia al planteamiento de Donzelot– protagonizado por la elite, los empresarios y el mercado inmobiliario. Por el contrario, encontramos una forma de recualificación urbana ubicada en un barrio alejado del centro de la ciudad, habitado por la clase media, donde los principales actores son un grupo de inmigrantes chinos–taiwaneses que junto con el gobierno local realizan la reconversión del barrio.

La exaltación de este tipo de diversidad cultural contrasta con la invisibilización de los conflictos que despiertan la presencia de otros grupos de inmigrantes en el espacio público. Por lo tanto, la movilidad de la ciudad del siglo XXI no les compete a ciertos inmigrantes, por el contrario, pareciera que sólo pueden insertarse en la medida que sean productores culturales. Es así que el Barrio Chino se encuentra en ascenso debido a que cuenta con los atributos necesarios para integrar la red de conexión con otros espacios recualificados y gentrificados de la ciudad –permitidos para ciertos sujetos y velados para otros– como parte del nuevo paisaje multicultural que tiene Buenos Aires para mostrar como valor cosmopolita. La recualificación urbana de esta zona de la ciudad en tanto lugar distintivo de consumo-turismo-entretenimiento, utiliza como recurso la alteridad inmigrante y puede entenderse como una forma de gestión de los inmigrantes en el espacio público, el cual es permanentemente disputado, discutido y transgredido.

La aparente contradicción estaría en que "la ciudad" (en tanto poder gubernamental del Estado) incorpora en sus políticas de gestión a los inmigrantes desde el plano cultural, en tanto nueva multiculturalidad asociada a la "portenidad" pero no desde las necesidades de derechos de ciudadanía, de trabajo y de educación. Esta tensión que ocurre entre el plano cultural y los otros derechos nos muestra una característica central de cómo la gestión de la alteridad inmigrante, en relación con la ciudad multicultural, deviene en una nueva forma de control de la sociedad.

En conclusión, podemos plantear la necesidad de observar, relevar y analizar las formas de construcción, conceptualización y constitución del espacio público y preguntar cómo la cultura y, en particular, las expresiones de patrimonio inmaterial a medida que adquieren estatus político son utilizadas por los actores para la negociación de su inclusión social, económica y cultural. La cultura china en este caso es un recurso que permite configurar el espacio público, en clave productiva y turística, ocasionando la recualificación y ennoblecimiento de dicho espacio pero, a su vez, de los actores que se visibilizan, habitan, residen y ocupan este lugar, proceso que solapa e invisibiliza la desigualdad y discriminación que recae sobre aquellos individuos que no entran en la lógica de convertirse en productores culturales o reservorios culturales.

Pensar en los desplazamientos de los sujetos es clave para salir de la idea del confinamiento del modelo de la gestión de la alteridad inmigrante, ya que, tal como experimentamos, los inmigrantes chinos-taiwaneses habitan, transitan y construyen territorios en distintos espacios de la Ciudad de Buenos Aires y se relacionan más allá de su procedencia de origen. Asimismo, para poder superar las políticas blandas de multiculturalismo es necesario el trabajo entre múltiples áreas debido a que, mientras al inmigrante se lo celebra y se lo distingue desde una diferencia cultural, muchos se encuentran en la ilegalidad viviendo situaciones de pobreza, exclusión y explotación. El tratamiento de la interculturalidad en la ciudad debe considerarse como un tema que compete no sólo a las relaciones institucionales del gobierno o al plano de la cultura sino, también, a las áreas de desarrollo social, trabajo y educación. De esta forma, se podrá pensar en una ciudad del siglo XXI donde la alteridad inmigrante no sea un recurso más del embellecimiento urbano y de la mercantilización para el nuevo consumo cosmopolita.

NOTAS AL PIE DE PÁGINA

1.El presente trabajo es resultado de una investigación realizada desde el 2006 en el marco de diversos proyectos de investigación: Proyecto de Investigación de Ciencia y Técnica (PICT 2005 18-38345) de la Agencia Nacional de Ciencia y Técnica (ANCyT "Cultura, patrimonio y desarrollo social: disputas por las apropiaciones del espacio público y la gestión de la alteridad en la Ciudad de Buenos Aires"). Proyecto de Investigación Plurianual CONICET 6040/05 "Gestionando la alteridad: cultura, patrimonialización y desarrollo social en la ciudad de buenos aires" dirigido por Mónica Beatriz Lacarrieu. 2006-2009.

2.La relegación se concibe como el proceso vinculado al surgimiento de los polígonos residenciales más alejados del centro en los que residen sectores empobrecidos en viviendas de interés social, que en períodos de decadencia con el aumento del desempleo y la desindustrialización se constituyen como espacios degradados (lejos del trabajo y con poco transporte que los conecte), descuidados e inseguros. Por otra parte, la periurbanización se configura como el desplazamiento de la clase media que huye del centro de la ciudad hacia la periferia en busca de barrios cerrados o "privados" que les brinden tranquilidad, un contacto mayor con la naturaleza y un distanciamiento de los polígonos residenciales donde residen los sectores empobrecidos. La gentrification o recualificación urbana se considera como el ennoblecimiento principalmente de los centros históricos que a su vez, ofrecen nuevas formas de consumo cultural y otras comodidades para las clases altas que vuelven a residir en dichos espacio, desplazando a otras poblaciones mediante el aumento del valor inmobiliario.

3.Se comprende por globalización la etapa actual del desarrollo capitalista mundial que implica la expansión de mercado, la hegemonía del capital financiero sobre el productivo y donde impera el libre comercio, la integración económica y una nueva dinámica de las prácticas culturales. Asimismo, considero para el análisis la idea de "globalización imaginada" propuesta por Néstor García Canclini (1999) que supera la relación de lo global-local y propone considerar "el horizonte imaginado por los sujetos colectivos e individuales" propiciado a partir de la convergencia de procesos económicos, financieros, comunicacionales y migratorios que acentúan la interdependencia de vastos sectores y generan nuevos flujos y estructuras de conexión supranacional.

4.La Escuela de Chicago se la reconoce por un conjunto de trabajos académicos de la sociología que surgen en la década del veinte y del treinta, se destacan entre ellos los trabajos etnográficos sobre la ciudad. Entre los exponentes del urbanismo encontramos a Louis Wirth, Robert Park y Burgess. Esta perspectiva considera la ciudad como un hábitat ecológico en donde cada sector social establece un nicho urbano.

5.Retomo este concepto del trabajo realizado por Otilia Beatriz Fiori Arantes en el que presenta el caso de Barcelona, entre otros, como ejemplo de puesta en marcha de una estrategia de city-marketing que consiste en el desarrollo de una imagen fuerte y positiva de la ciudad para incrementar su competitividad en las ciudades interconectadas. Es decir, la ciudad se piensa como una empresa a fin de activar desde las políticas estrategias de posicionamiento (Fiori Arantes, 2000).

6.Gentrification se refiere al proceso de diferenciación espacial y social caracterizado por la recualificación de ciertos espacios de la ciudad, que utilizan en la mayoría de los casos la cultura como argumento y contenido de dicha transformación y que implica el desplazamiento de las personas que residen en dicho lugar debido a la llegada de nuevos residentes (Zukin, 1995). Generalmente, se suele destacar al mercado, representado por ciertos agentes privados, como el gran protagonista de este proceso sin considerar prácticamente el accionar de otros actores que disputan el espacio público o las posibilidades, de resistencia, fisura y cambio en la construcción de ciudades.

7.Retomando a Gramsci, entiendo la hegemonía como la combinación de fuerza y consenso, es decir, el proceso en donde la fuerza aparece apoyada por el consenso. La hegemonía implica que la dominancia de ciertas formaciones son aseguradas, no por la compulsión ideológica, sino por la dirección cultural (Hall, et al., 1980).

8.Se reconoce como la generación del ochenta a la clase dirigente que tomó el poder a partir de la presidencia de J. A. Roca en 1880 y quienes llevaron al extremo el ideario político vinculado al orden y progreso civilizatorio. Un pensamiento filosófico central para comprender la historia de las ideas de la Argentina (Romero, 1987).

9. Los "replicantes" son seres similares a los humanos en el aspecto físico, pero carentes de emociones, son fabricados por una empresa a través de la ingeniería genética para vivir sólo cuatro años.

10. Nos remitimos a la idea de identidad pensada desde una perspectiva relacional, que comprende un proceso de "adscripción" y "autoadscripción" en relación a la situación y el contexto (Barth, 1976).

11. Los enfrentamientos desencadenados a partir de la llegada de la policía metropolitana (comandada por la gobernación de la ciudad) y la posterior participación de la policía federal, junto con los vecinos del lugar y los ocupantes ocasionaron la muerte de tres personas, dos de ellos eran inmigrantes residentes de villas de la zona Sur que reclamaban por viviendas.

12. Nota de campo (09/12/2010) declaración durante conferencia de prensa transmitida por el canal de TV TN el día 9 de diciembre de 2010.


Referencias

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