Los estudios contemporáneos sobre población afrocolombiana

Teodora Hurtado Saa


Abstract

For decades, academic interest in the Colombian black population was held back because of the epistemological racism towards afro-descendants. Despite the presence of some prior investigations of the subject, this situation changed dramatically with the Constitution of 1991, when the black population acquired an ethnic/racial status and the discipline of afro-Colombian studies was created. This article presents a general view of the ample intellectual production, epistemological paradigms and diverse lines of research that have been developed by professionals of the social sciences and other disciplines in the construction of knowledge that, from the point of view of black people, can be described as "one’s own" at the beginning of this century.


Introducción

En el contexto colombiano los estudios socioantropológicos sobre grupos étnicos/raciales1 no son recientes. Sin embargo, estos se habían abocado con contadas excepciones al temas de las poblaciones indígenas, mientras que la reflexión académica sobre las poblaciones de origen afrodescendiente se encontraba rezagada. De acuerdo con Wade (1996: 284), esto no se debe exclusivamente al efecto de la discriminación que sufren los afrodescendientes, también es el resultado del rezago histórico que desde la época de la Colonia acechó a la gente negra y que consideró a las poblaciones amerindias objeto de reflexión intelectual e institucional, mientras que ello no sucedió con las poblaciones de origen africano. No obstante, a finales del siglo XX hay en el contexto colombiano un cambio paradigmático, que se refleja en la creación de espacios y en la estimulación del interés académico y gubernamental por abordar las diferentes problemáticas de los grupos indígenas y de las poblaciones afrodescendientes. Estas adquirieron el estatus sociopolítico de "nuevo" grupo étnico/ racial gracias a la conjunción de varios procesos globales y locales: el reconocimiento global de la presencia de comunidades étnicas/raciales y el desarrollo del multiculturalismo como política de acciones afirmativas orientadas no sólo al reconocimiento de la diversidad cultural de los Estados nacionales sino también a la protección y al otorgamiento de derechos de ciudadanía diferenciada para tales comunidades. En este contexto también fueron importantes otros factores, tales como la creciente preocupación por el medioambiente y el desarrollo sustentable y los procesos de movilización social, que en el caso de Colombia emprendieron conjuntamente sectores de la población indígena y afrodescendiente. La conjugación de estos elementos generó una fuerte presión en el plano político, social y académico sobre las autoridades estatales locales.

A finales del siglo XX e inicio del nuevo milenio, la afluencia de estos hechos tuvo un efecto trascendental en la esfera de la producción intelectual del país, ya que condujeron a la incorporación del tema afro en la agenda de la academia colombiana y a que la temática étnica/racial en general, y el estudio de las poblaciones afro en particular, dejaran de ser un asunto marginal en el campo de las ciencias sociales (Rojas, 2004: 11). Por otro lado, se forjó la posibilidad de desarrollar trabajos científicos serios, que analicen y observen determinados fenómenos sociales, políticos y económicos que afectan a las poblaciones de origen africano, tales como la discriminación, la exclusión y la marginalidad por identidad étnica/racial, o su asimilación segmentada a la sociedad colombiana. Asimismo, se estudia la historia, la cultura y la interfase entre las identidades de género, étnicas/raciales y los mercados laborales, entre otros fenómenos que requieren para su análisis un tratamiento particular debido a que no alcanzan a ser explicados única y exclusivamente con el uso de categorías universales como la clase social y el género.

Sin embargo, epistemológica y metodológicamente los estudios afro contemporáneos no surgieron de forma espontánea e irreflexiva. Por el contrario, contaron con el sostén y la fundamentación heredada de una tradición de investigaciones y de autores pioneros, quienes lucharon en contra y desafiaron la invisibilidad institucional, académica y gubernamental de la gente negra. ¿Quiénes fueron los pioneros de los estudios afro? ¿Cuáles fueron las temáticas abordadas por ellos y su contribución a los estudios afrocolombianos? Estos son algunos de los aspectos que se desean describir en este artículo, al igual que otros elementos que permiten evidenciar cómo incidieron los procesos sociopolíticos, epistemológicos e históricos globales y locales experimentados por los colombianos en el siglo XX (particularmente a finales de este período) para que se lograra la consolidación de los estudios afrocolombianos, tras varias etapas de trabajos pioneros y de ejercicios académicos de investigadores e intelectuales solitarios y retadores de las ideologías racistas que dominaron a lo largo de varios siglos al país y a la academia nacional.

Para desarrollar este ejercicio de reflexión sobre la producción académica de los estudios afrocolombianos este artículo se divide en varias partes. En el primer numeral se plantean algunos procesos globales, regionales y locales que en distinto período de tiempo y con diferente intensidad abonaron el camino hacia la producción de conocimiento sobre los afrodescendientes. En segunda instancia se delinea la trayectoria emprendida por los autores de los trabajos pioneros, así como las temáticas estudiadas y las contribuciones realizadas para la fundación de los estudios afro en Colombia. Tercero, se determina cual fue el marco jurídico constitucional que legitimó el surgimiento y propició el fortalecimiento del tema afro en la academia colombiana. En esta sección se describen igualmente las temáticas analizadas, se nombran a algunos de los académicos que más se han especializado en el área, así como las disciplinas que desde las ciencias sociales y humanas, entre otras, se suman e integran a los estudios afrocolombianos. Finalmente, se plantean algunas conclusiones con el objetivo de examinar y valorar el estado actual de los estudios afro y sus manifestaciones futuras.

Deseo enfatizar que el presente artículo no pretende ser un examen del estado del arte, ni de la cuestión étnica/racial ni de los estudios afro en Colombia. Ésta es una tarea mucho más compleja y dinámica que no se límita exclusivamente a unas cuantas páginas o a una labor de recopilación bibliográfica. Al contrario, sólo se desea hacer una fresca contribución que introduzca al lector al estado actual de los estudios afro en Colombia, señalando cómo estos trabajos han ayudado a dar mayor visibilidad a la cultura, a las identidades y a las problemáticas que acontecen en las poblaciones de origen africano. Sin embargo, aunque algunos de los estudios sobre la gente negra se remontan a la segunda mitad del siglo pasado, la información aquí descrita no pretende ser exhaustiva. Toma prioritariamente en consideración los acontecimientos y los estudios desarrollados entre los años 1997 y 2007 y cita a algunos de los investigadores con más publicaciones sobre el tema o que han aportado a la apertura de nuevas líneas de investigación, sin desconocer que muchos otros autores y trabajos importantes no alcanzan a ser incluidos en este artículo dadas las limitaciones del mismo.

La elección de este período de tiempo se debe a que con la Constitución Política de 1991 y la reglamentación de la ley 70 de 1993 jurídicamente finaliza lo que Nina de Friedemann denomina la invisibilidad del negro en Colombia. Se inicia así un proceso de singular trascendencia con el desarrollo de la cátedra afrocolombiana y el incremento significativo de los estudios sobre la gente negra, convirtiéndose éste en tema ineludible2 en la agenda de algunos institutos de investigación y centros educativos de carácter público y privado, al igual que para varios entes gubernamentales y no gubernamentales del país, como se evidencia a lo largo de este documento.

Es importante precisar que la reflexión y datos aquí expuestos provienen de los resultados obtenidos de un trabajo de investigación desarrollado previamente. Esta investigación, titulada "Recopilación bibliográfica de los estudios contemporáneos e investigación sobre los temas urbanos y población afrocolombiana" (2007), fue financiada por el Centro Interdisciplinario de Estudios Sociales (CIES) y por la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad ICESI y tenía como objetivo conformar una base de datos bibliográficos sobre los estudios afro realizados en Colombia en los últimos años. La investigación tomó como precedente los estudios desarrollados en Cali en el marco del proyecto "Movilidad, urbanización e identidades de las poblaciones afrocolombianas en la región del Pacífico", elaborado por el convenio CIDSE- IRD-COLCIENCIAS durante los años 1996 a 2004, el cual dio como resultado, además de una amplía y valiosa publicación sobre el tema, la realización una de las primeras compilaciones bibliográficas más completas sobre los estudios afrocolombianos. Este trabajo, realizado por Eduardo Restrepo, abarcó una extensa producción de textos producidos entre 1862 y 1999.

Por otro lado, el presente trabajo tomó como zonas de recolección de información a las ciudades de Buenaventura, Popayán, Cali y Bogotá, al ser estos los principales centros de producción académica del suroccidente colombiano y del país.3 Los diferentes documentos, textos, artículos y libros recopilados (más de 1500) que sirvieron en la elaboración y publicación de este artículo fueron encontrados en su mayoría en bibliotecas privadas, las cuales brindan un acceso restringido a estos materiales bibliográficos. Desafortunadamente, aunque las bibliotecas públicas poseen datos al respecto, esta información se encuentra desactualizada y/o no se tiene acceso a muchos documentos que sí se hayan en manos de coleccionistas especializados, sobre todo los documentos de fecha reciente, que no han sido publicados y que, a excepción de unos cuantos, no se encuentran a disposición del público en general.

De las luchas civiles a la producción de conocimiento "propio"

El camino recorrido por quienes fundaron los estudios étnicos/raciales fue largo y tortuoso, marcado por la discriminación y los conflictos interraciales, el desprecio de la academia y la lucha por la visibilidad y la defensa de los derechos humanos de la gente negra. Por ello, para autores como Ramón Grosfoguel (2007) los estudios étnicos/raciales son sobre todo espacios de conquista agenciados por intelectuales, que desde las organizaciones sociales y desde las universidades se manifestaban en contra de los saberes hegemónicos y de los supuestos establecidos que describían a la población negra como agentes que no debían ser sujetos de producción teórica.

En Estados Unidos, esta conquista fue obtenida durante las décadas de los años 60 y 70 como parte de las reivindicaciones alcanzadas por los movimientos de derechos civiles de las minorías racializadas y excluidas, emprendidos por sectores de población afrodescendiente y por otros grupos étnicos/raciales minoritarios. En las universidades este movimiento fue particularmente liderado por intelectuales y estudiantes, quienes se manifestaron a favor de la creación de la cátedra de estudios afroamericanos y de estudios étnicos, proceso que fue trascendental en varios sentidos. Primero, se crearon plazas en las universidades para que ingresaran estudiantes y profesores negros y de otras minorías étnicas/ raciales excluidas. Segundo, se abrió espacio para la producción de discursos epistemológicos no-occidentales o contra-hegemónicos,4 lo cual fue definido por Grosfoguel como insurgencia epistémica debido a que se manifestaban a favor de la producción intelectual "propia" y en contra de la colonización disciplinaria y de las consecuencias del proceso de expansión imperialista. Esta insurgencia epistémica no sólo se preocupa por abordar los aspectos históricos, simbólicos e identitarios de los actores sociales y de los sujetos definidos y segregados como minorías étnicas/raciales, sino que también observa el papel de las estructuras macro (sociales, políticas y económicas) que actúan como mecanismos de poder y dominación a nivel messo y micro para imponerse sobre las comunidades étnicas/raciales excluidas (Grosfoguel, 2007).

A lo largo de varias décadas los estudios étnicos/raciales se han establecido como una propuesta de cambio paradigmático y epistemológico que cuestiona la percepción y la comparación de las identidades étnicas/raciales con esencias o sustancias estáticas, las cuales predeterminan y estratifican a los grupos sociales con base en sus diferencias biológicas y culturales. Asimismo, se plantean la preocupación por la interfase y por la relación entre cultura y poder como estrategias dominación y se interesan por las dinámicas y por las estrategias de empoderamiento que surgen desde los márgenes del poder, donde se hallan las poblaciones negras, los grupos subalterizados y los países colonizados. Igualmente, cuestionan las relaciones sociales asimétricas y la interculturalidad como forma de asimilación segmentada de las poblaciones afrodescendiantes y de otras minorías, y se preguntan sobre las consecuencias positivas del multiculturalismo y de las políticas de acciones afirmativas, centrándose en el debate y cuestionamiento de la monoidentidad del Estado nación, entre otros temas (Arocha, 1996; Restrepo, 2004 y 2005; Grosfoguel, 2007; Hurtado, 2006). Estos procesos sociales, políticos y epistemológicos han incursionado recientemente en el contexto latinoamericano y han efectuado sólidas aportaciones al entendimiento de fenómenos como la discriminación racial, sexual y de género. Igualmente, han propiciado un intenso debate epistémico en el campo de producción intelectual étnica/racial en países como Brasil, Venezuela y Colombia. El hecho de que estos países cuenten con un amplio porcentaje de grupos étnicos/raciales de origen africano ha permitido un espacio propicio para que ellos, junto a Cuba, lideren el nacimiento de los estudios afro en América Latina. Tales estudios cubren, entre otros, la lucha por el reconocimiento de sus identidades, por ser sujetos de políticas de acción afirmativa y por la reivindicación de sus derechos humanos y de ciudadanía –apoyándose en la experiencia de las luchas civiles en Estados Unidos– e igualmente se pronuncian a favor de la producción de conocimiento "propio" (Arocha, 1996; Wade, 1996; Restrepo, 2004 y 2005). Sin embargo, esta travesía iniciada por los pioneros y este ejercicio emprendido por los estudios étnicos/ raciales, donde la temática afro es uno de los lugares de referencia, no ha estado exenta del cuestionamiento y de la crítica promovida desde otros campos de conocimiento y desde la academia ortodoxa, conservadora y eurocéntrica.

En el caso particular de Colombia, no faltaron quienes se pronunciaron no exáctamente en contra de los estudios étnicos/raciales, pues estos ya existían en el caso de la población indígena, sino en contra de los trabajos sobre la población negra, arguyendo que "estudiar negros no era hacer antropología". Para Arocha (1996) estas afirmaciones tenían origen en la perspectiva eurocentrista que había dominado el panorama de la producción y la aplicación de saberes sobre las comunidades negras, la cual no consideraba a la gente negra como sujeto de estudio o la percibía como integrada a la cultura dominante. Mientras tanto, algunos intelectuales negros y no negros, entre ellos Aquiles Escalante, Rogerio Velásquez, Manuel Zapata Olivella, el mismo Jaime Arocha, Germán Colmenares, Nina S. de Friedemann y Norman Whitten, realizaban esfuerzos solitarios por demostrar lo contrario y logar la visibilidad sociopolítica y académica de los grupos afrodescendientes del país.

Por consiguiente, la afrogénesis, como define Arocha (1996) a los estudios étnicos/raciales sobre la gente negra en Colombia, surge como resultado de una visión histórico-política que logra superar la ecuación etnia-indio predominante hasta la década de 1990. Esta visión rompe la invisibilidad epistémica de la gente negra, generando, en las últimas décadas, que la afrogénesis pasara de ser una actividad excepcional y casi inexistente en las aulas y en la producción académica nacional a ser un ejercicio profesional que busca dar cuenta de la presencia y de la iconografía sociohistórica, antropológica, política, económica y cultural de la etnicidad afro en Colombia. La apertura de la academia y de los académicos nacionales y extranjeros hacia los estudios de la gente negra – de las Américas negras, de los afrodescendientes, como se denominan en la actualidad tales investigaciones (Rojas, 2004; Restrepo, 2004 y 2005; Mosquera, et. al. 2007) –significó la entrada del tema a las universidades, institutos de investigación y grupos de discusión. Asimismo, se crearon programas de estudios étnicos/ raciales dirigidos a investigar las problemáticas y la cultura de la gente negra, desde diferentes disciplinas y perspectivas teórico-metodológicas.

Esta apertura constituye un aspecto fundamental en la producción de conocimiento, donde la participación de profesionales, activistas y académicos afrodescendientes estudiándose a sí mismos, como sujetos que piensan y producen conocimiento desde cuerpos, identidades y espacios subalterizados e inferiorizados, generó un cambio y una ruptura radical en la producción epistemológica tradicional (Grosfoguel, 2007). Epistemológicamente a esta nueva iconografía no le interesa ni la observación ni la comparación de rasgos culturales o raciales aislados, como solían hacerse en los estudios de la tradición anterior a los años 90. Por el contrario, le importan los paradigmas teóricos- metodológicos de corte transversal, que integran y relacionan conceptos de orden transdisciplinarios en el estudio de los fenómenos sociales que acontecen entre la población negra y en su relación con otros actores e instituciones sociales (Arocha, 1996; Grosfoguel, 2007). Esta práctica se realiza recurriendo al uso y conjugación de categorías de análisis perteneciente a las diferentes disciplinas de las ciencias sociales y naturales y a la construcción de saberes "propios".

Inicio de los estudios sobre la gente negra

El racismo epistemológico, o la percepción generalizada que excluía a los afrodescendientes en América como sujetos de estudio de la antropología, influyó para que los programas de estudios de la diáspora africana se establecieran tardíamente en Colombia. Algunos de los pocos trabajos precursores, que toman distancia de las miradas racistas fueron desarrollados en América Latina a partir de los años 30 del siglo XX (Wade, 1997; Pérez, 2001) y publicados sobre todo por investigadores extranjeros. Entre los más reconocidos se encuentran los escritos del antropólogo afroamericano Melville Herskovits, quien a partir de 1930 produjo una gran cantidad de material sobre la cultura y la religiosidad negra en las Américas, particularmente de Brasil y de Guyana, comparando y analizando los rasgos culturales de la gente de origen africano en América del sur con los del África negra (Wade, 1997). Destacan igualmente en estos períodos iniciales los trabajos del sociólogo y antropólogo francés Roger Bastide y del norteamericano Norman Whitten, quienes se preocuparon por el estudio de los conflictos culturales y el problema de la integración social de las poblaciones de origen africano a la sociedad brasilera, ecuatoriana y colombiana. Otro académico norteamericano que colaboró con los estudios pioneros sobre la gente negra fue James Fergusson King, quien encontró en Colombia un escenario propicio para llevar a cabo algunos de sus trabajos de investigación de corte etnohistórico sobre la esclavitud y el orden racial en América Latina. Entre sus estudios se encuentra el libro Negro slavery in the viceroyalty of New Granada, publicado en 1939 (Peréz, 2001).

En el contexto nacional, Eduardo Zuleta, Eduardo Posada y Carlos Restrepo Canal fueron algunos de los pocos autores colombianos que a inicios del siglo XX, entre 1915 y 1933, publicaron trabajos literarios e históricos sobre la esclavitud y la trata negrera. En opinión de Wade (1997), en estas primeras décadas del siglo XX las investigaciones sobre los negros en América Latina tienen como fundamento dos líneas epistemológicas: las de orientación folclórica, versadas en las teorías del evolucionismo social de Comte y de Spencer,5 y los estudios fenomenológicos.6 Brown (1986)7 y Runge y Muñoz (2005) consideran que, siguiendo estas perspectivas, los negros fueron primero explícitamente vistos como atrasados, primitivos y salvajes por los intelectuales colombianos, quienes hicieron de las ideas evolucionistas y de las teorías del progreso un discurso ideológico sobre el mejoramiento de la raza. Por otro lado, los trabajos de orden fenomenológico se enfocaron en la búsqueda de la supervivencia cultural y racial africana. Aunque una generación de estudios afroamericanos se apoyó en el evolucionismo social, otra terminó por despojarse de él y refutó las ideologías racistas que caracterizaban a las primeras investigaciones sobre la diáspora africana. Entre los autores latinoamericanos que tomaron distancia crítica de estas teorías se encuentran el afrobrasilero Raimundo Nina Rodrigues y el cubano Fernando Ortiz. Ortiz publicó varios textos, entre ellos Los negros esclavos (1916), Los cabildos afrocubanos (1921) y El engaño de las razas (1946), mientras que el libro Os Africanos no Brasil de Nina Rodrigues fue publicado en 1906, después de su muerte.

A diferencia de Colombia, países como Cuba y Brasil tempranamente mostraron un interés por abordar el tema afro. Durante las décadas de 1930 y 1940 se inicia en Brasil una tradición más sociológica con los trabajos de Gilberto Freyre. Este autor introduce en el panorama de los estudios afro de inicios del siglo XX el concepto de "democracia racial", con el objetivo de observar la transformación de la sociedad esclavista brasilera hacia una sociedad de clases y de analizar la posición que ocupaban los afrobrasileros dentro de ella (Wade, 1997). En este mismo período, paralelo a los trabajos de Freyre, algunas figuras de la academia estadounidense, como el ya mencionado Herskovits, abordaron los estudios afro observando aspectos históricos y culturales de los afrodescendientes de la región. Sin embargo, Herskovits, además de realizar estudios en la comarca chocoana, se desempeñó como profesor de la Universidad de Northwestern y contribuyó a la formación académica de algunos pocos intelectuales colombianos, como José Rafael Arboleda y Aquiles Escalante, quienes se dedicarían a estudiar la presencia cultural y social del negro en América Latina y en la sociedad colombiana (Wade, 1997; Pérez, 2001). No obstante, fue sólo hasta la década de 1950 que estos autores colombianos, apoyados en tal orientación académica y epistemológica, desarrollaron sus primeros trabajos y empezaron a promover los estudios afro en el país. Para Zuluaga (1993), en esta fase de los estudios afroamericanos la diferencia de tiempo marcaría la distancia entre la amplia y elaborada producción intelectual en países como Brasil y Cuba y la tardía e incipiente producción colombiana.

En este escenario, Aquiles Escalante, el pionero de los estudios afro en Colombia, inauguró esta tradición desde la antropología, esbozando el proceso histórico de la gente negra en el país con una orientación etnohistórica y cultural. Escalante, junto con Manuel Zapata Olivella, Rogelio Velásquez, Norman Whitten8 y Nina de Friedemann9 (quien acuña el término "huellas de africanía") son los inmediatos fundadores de las investigaciones antropológicas e históricas sobre los afrodescendientes. Estos autores escriben abundante material sobre el tema y llaman la atención sobre los pobladores de las costas Atlántica y Pacífica, sobre sus formas de vida y sus prácticas de resistencia. También establecen un discurso de reivindicación de la identidad, de la historia y de la cultura de la gente negra (Zuluaga, 1993; Wade, 1997; Restrepo, 2004 y 2005). Friedemann (1984) manifiesta que, pese a los trabajos y los esfuerzos individuales emprendidos por estos autores, los estudios afro en Colombia tenían como problema principal superar y romper la invisibilidad de los negros en la escena académica. Por esta razón, en la década de 1980, ella y Jaime Arocha continuaron produciendo un flujo constante de trabajos excelentes y pioneros junto a otros investigadores como Michael Taussig, Germán Colmenares y Francisco Zuluaga, quienes también contribuyeron con algunas obras notables para acabar con dicha invisibilidad.

De acuerdo con Wade (1997), Friedemann, Whitten y Taussig han tenido significativa influencia epistemológica en la academia colombiana. Tanto Friedemann como Whitten abordaron el tema afro desde la teoría de la adaptación, base antropológica para los estudios de la cultura y las organizaciones sociales de la población negra. En términos metodológicos y conceptuales, ello significa que se observaban las formas y prácticas culturales de las personas negras en su relación histórica con los ámbitos ecológicos, económicos, políticos y sociales que los rodean y de los que forman parte, abordando la discriminación racial como la principal forma de privación de derechos civiles, de libertades y de oportunidades para ellas en Colombia, además de constituir esto una limitante para la producción intelectual y académica. Para Wade (1997) y otros autores, Fridemann y Arocha, beneficiándose de su estatus de antropólogos y de académicos y de su relación privilegiada con el Instituto Colombiano de Antropología e Historia y con la Universidad Nacional, se preocuparon y esforzaron por corregir la invisibilidad de los afrodescendientes en la historia y en la antropología aceptada en Colombia, revelando la contribución de la diáspora africana a la sociedad colombiana, analizando el desarrollo de la cultura negra y su resistencia a la dominación blanca/mestiza como plataforma para generar la reivindicación y la promoción de la cultura afro y de la identidad negra. Estos, a su vez, son elementos de un reclamo más general: la lucha por los derechos humanos y la búsqueda de la igualdad para la gente negra en Colombia.

La producción intelectual de estas generaciones de antropólogos, sociólogos e historiadores coincidió y se integró a otros procesos globales ocurridos en la segunda mitad del siglo XX, tales como: a) el movimiento negro norteamericano y su lucha por los derechos raciales y civiles; b) la creación y apertura de programas de estudios étnicos/ raciales en los Estados Unidos; c) la insurgencia epistémica de intelectuales afro y no afro, que se manifestaron en contra de los discursos hegemónicos vigentes y contribuyeron a la producción de discursos epistemológicos no-occidentales; d) la consolidación sub-regional de las grandes corrientes temáticas afrolatinoamericanas y su producción intelectual, que contribuyen a la fundación de un proyecto epistemológico "propio" desde la subalteridad. Estos procesos convergieron con otros fenómenos geopolíticos y académicos, como la intempestiva descolonización de los territorios africanos entre 1950 y 1965 por parte de las potencias europeas y, a nivel nacional, el acceso a la educación universitaria por parte de un número creciente de afrocolombianos. Este último factor permitió la conformación de grupos de investigación, constituidos por intelectuales afro y no afro, que comenzaron a surgir en el panorama nacional como esfuerzos de activistas comprometidos académica y/o políticamente con los procesos organizativos y de luchas sociales de los afrodescendientes. En este contexto, las nuevas generaciones retoman los ideales de los pioneros y se convierten en los actuales abanderados de los estudios afrocolombianos (Wade, 1993 y 1996; Arocha, 1996; Hurtado, 2001 y 2004; Pérez, 2001).10

Pérez (2001) manifiesta que durante las décadas de 1950 a 1990 una característica importante de los escritos pioneros fue su continua referencia a los componentes culturales, folclóricos e históricos de los afrodescendientes y la constante referencia a las "huellas de africanía", a la esclavitud y a las prácticas de resistencia a través del cimarronaje, la organización social, económica y política y la religiosidad afro. Estas temáticas de exploración socio-histórica y socio-antropológica se conservan como problema de estudio y aún hoy en día continúan refutando los supuestos de integración y asimilación social de los afrodescendientes a la cultura dominante, conjeturas impulsadas por los detractores de este tipo de estudios. Adicionalmente, a inicios del nuevo milenio, las zonas rurales de las costas Pacífica y Atlántica mantienen su predominancia como áreas de estudio, reflejando igualmente la continuidad entre los trabajos pioneros con los estudios contemporáneos.

Hacia la década de 1990, y particularmente en el nuevo milenio, se observa un esfuerzo de los académicos tradicionales y contemporáneos para que otras áreas del país, en particular las zonas urbanas de los departamentos del Valle, Cauca, Nariño y la isla de San Andrés y Providencia, se conviertan en distritos de estudio. Este es también el caso de los valles interandinos de los ríos Patía, Magdalena y Cauca, las zonas auríferas y mineras localizadas en Antioquia, Caldas y Risaralda, y las ciudades de Cali, Barranquilla, Cartagena, Medellín y Bogotá. Este aspecto se justifica en el hecho de que la población afrodescendiente es cada vez más urbana que rural, debido a los procesos de movilidad espacial nacional e internacional, al efecto de la modernización en este grupo poblacional y a que las condiciones de vida de la gente negra en los espacios urbanos habían sido escasamente abordadas hasta dicho período.

Como se puede apreciar, desde el nacimiento de los estudios pioneros a los trabajos actuales se han forjado notables avances en los estudios de la gente negra en Colombia, marcados por los eventos ocurridos anterior y posteriormente a 1990. Los cambios experimentados a partir de esta fecha no sólo permitieron el incremento radical de las investigaciones y de las publicaciones sobre poblaciones negras, o el aumento significativo del número de profesionales afro y no afro que desde distintas disciplinas e instituciones están abordando el tema. También se logró la consolidación como materia de análisis la cuestión de las identidades y de las problemáticas urbanas en torno a la gente negra. Como lo describe Wade (1997: 15) "los negros y la cultura negra tienen ahora, desde el punto de vista del público, un perfil mucho más alto que antes y los movimientos sociales negros han comenzado a tener un impacto importante en la vida política colombiana". ¿Cuáles fueron los acontecimientos ocurridos en Colombia que favorecieron el auge de los estudios sobre los afrodescendientes? ¿Quiénes son algunos de los académicos dedicados a esta temática? ¿Cuáles son los temas y los fenómenos abordados por ellos? ¿Desde qué ramas de las ciencias se emprenden estos estudios? Estos son algunos de los aspectos que discuto a continuación.

Poblaciones negras en Colombia y consolidación de la cátedra afrocolombiana

De forma similar a la experiencia norteamericana, los estudios afro en Colombia florecen en un contexto de lucha y movilización social emprendida por activistas, organizaciones de base, académicos e intelectuales afro y no afro, con el apoyo de otros actores sociales.11 A partir de la presión ejercida por estos grupos se exhortó e impulsó al Estado colombiano, durante la Asamblea Nacional Constituyente y tras la entrada en vigencia de la Constitución Política de 1991, a declarar que Colombia es una nación pluriétnica y multicultural y a reconocer la identidad étnica/racial de la gente negra. La Asamblea Nacional Constituyente sancionó el Artículo Transitorio 55, con el cual se reconocen a las poblaciones afrodescendientes como grupo étnico. Este reconocimiento posteriormente se reglamentó con la ley 70 del 27 de agosto de 1993 y partió en dos la historia de los estudios étnicos/raciales en general y de los estudios de la población negra en particular.

Con los cambios constitucionales y la sanción de la ley 70 se generan tres procesos fundamentales. Primero, jurídicamente se acaba la invisibilidad de la gente negra. Segundo, se divide en dos la historia de los estudios de las poblaciones negras al dejar de ser este un tema minoritario, como ocurría en décadas anteriores. Se implantan así desde el Estado y la academia los mecanismos necesarios para que se realicen nuevos y diferentes trabajos por medio de posturas epistemológicas y de metodologías diversas para dar cuenta de la realidad de la población afro. Tercero, se crean la cátedra de etnoeducación y la de estudios afrocolombianos.

El artículo 39 de la ley 70 afirma que el Estado velará para que en el sistema nacional educativo se conozca y se difunda la enseñanza de las prácticas culturales propias de las comunidades negras y su aporte a la historia y a la cultura colombiana. Para ello, se incluirá en las áreas de las ciencias sociales y naturales de los diferentes niveles de educación formal (primaria, bachillerato, intermedio y superior) la cátedra de estudios afrocolombianos. Por otra parte, con la entrada en vigencia de la ley, el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) incorpora las herramientas necesarias para promover y realizar programas de investigación de la cultura afrocolombiana (artículo 43). Paralelamente, el gobierno deberá fomentar y financiar actividades de investigación, orientadas a la promoción de los recursos humanos y al estudio de las realidades y potencialidades de las comunidades negras, de manera que se facilite su desarrollo económico y social. Asimismo, los entes gubernamentales propiciarán la participación de estas comunidades en los procesos de planeación, coordinación, ejecución y evaluación de dichas investigaciones (artículo 50), y las entidades del Estado adelantarán actividades de investigación, capacitación, fomento, extensión y transferencia de tecnologías apropiadas para el aprovechamiento ecológico, cultural, social y económico sustentable de los recursos naturales, a fin de fortalecer el patrimonio económico y cultural de la gente negra (artículo 51).

La Constitución de 1991 y la ley 70 de 1993 inyectaron impulso y fortaleza a los estudios afrocolombianos, lo cual se confirma en los artículos mencionados arriba. No obstante, en el artículo 51 de la Carta Magna se promueve la participación de otras disciplinas de las ciencias sociales y naturales y se exhorta a la reflexión sobre otros temas, como el desarrollo sustentable y el medio ambiente, no sólo desde la política y la antropología sino también desde la sociología, la historia, la geografía y la economía, entre otras disciplinas de las ciencias sociales y aplicadas. Se incorporaron así otras profesiones a los estudios étnicos/raciales, cuyas propuestas de producción intelectual propician la conformación de diversos grupos de investigación integrados por académicos nacionales e internacionales especializados en el tema afro y en la aplicación de nuevas herramientas de trabajo y/o de recolección de datos empíricos. Esta experiencia marca diferencias sustanciales con los estudios pioneros, estudios de corte histórico-antropológico emprendidos por unos cuantos intelectuales y marcados por el esfuerzo solitario y la lucha por el reconocimiento académico. Contrario a lo ocurrido en sus primeras etapas, en esta nueva época de los estudios sobre la gente negra dominan y adquieren relevancia los grupos de trabajo y las asociaciones de académicos para la producción en conjunto12 y la conformación de líneas de investigación, prevaleciendo el trabajo en equipo por encima de los trabajos aislados e independientes.

No obstante, existen líneas y propuestas de investigación que se mantienen vigentes en el tiempo, varias de ellas relacionadas con la socioantropología cultural, la historia de la población afro en Colombia y los rasgos de africanidad que persisten e integran a la sociedad colombiana. En esta dirección, los temas sobre la diáspora africana, memoria e historias de la esclavitud y la resistencia, cimarronismo, prácticas religiosas e identidades afrodescendientes son abordados por autores como Jaime Arocha, Alfonso Cassiani, Jaime Cifuentes, Ramiro Delgado, Oscar Almario, Jaime Humberto Borja, Elisabeth Cunin, Martín Kalulambi, Jaime Jaramillo, Madeleine Alingúe, Francisco Zuluaga, Mario Diego Romero y Santiago Arboleda, entre otros muchos académicos que no alcanzan a ser mencionados.

Con la creación de la cátedra afrocolombiana, a los autores y líneas ya existentes se sumaron otros investigadores y trabajos, sin los cuales los estudios afro no tendrían la relevancia académica y el nivel de discusión conceptual alcanzado hasta hoy. Autores como Jaime Arocha, Alexander Cifuentes, Germán Colmenares, Nicolás del Castillo, Anne Marie Losonczy, Peter Wade, Norman Whitten, William Villa, Adriana Maya y Eduardo Restrepo, entre otros, se plantean desde la antropología, la sociología y la historia las problemáticas de la gente negra, abordando temas como movimientos sociales, identidades, relaciones interétnicas, Estado y política para comunidades negras. Por otro lado, otras líneas de investigación desarrolladas por Olivier Barbary, Héctor Fabio Ramírez, Fernando Urrea y Doris García acercaron la economía, la estadística y la demografía a los estudios étnicos/raciales, abordando temas sociodemográficos y socioeconómicos como las identidades raciales y las estructuras de clase en ciudades como Cali y otros centros urbanos del país.

Las temáticas mencionadas no sólo reflejan el crecimiento y desarrollo de los estudios afro en el contexto urbano. De la misma manera, el uso de información estadística y sociodemográfica en los estudios étnicos/raciales ha posibilitado la observación y medición de fenómenos como la migración rural/urbana, la segregación espacial y residencial y la autoidentificación con la pertenencia étnica/racial. Asimismo, ha permitido determinar la magnitud de la discriminación, de las desigualdades y de los procesos de mestizaje a los que se ven expuestos los afrodescendientes por la mayor posibilidad de establecer relaciones interétnicas en los contextos urbanos nacionales y transnacionales. En estos casos, y apoyados en información estadística, la autoidentificación racial se convierte en un indicador de pertenencia tanto a un grupo étnico como una clase social determinada, y el fenotipo en un factor de exclusión, donde las tonalidades de piel más oscuras suelen significar una marca de subalteridad, de inferioridad, de exclusión y de precarias condiciones de vida. Estos fenómenos se abordaron parcialmente en los primeros trabajos, debido a que epistémica y metodológicamente no estaban dadas las condiciones para medirlos. No obstante, hay que resaltar los trabajos de Juan de Dios Mosquera, Francisco Zuluaga y Alfredo Vanín, quienes se dieron a la tarea de abordar el tema desde investigaciones de corte etnográfico e información documental. Otros autores, como Michel Agier, Olivier Barbary, Odile Hoffmann, Héctor Fabio Ramírez, Fernando Urrea, Carlos Viajara, Santiago Arboleda, Adolfo Albán Achinte, María Ángela Osorio Rojas, Pedro Quintín, Claudia Mosquera, Teodora Hurtado Saa y Javier Arias, abordan los temas mencionados desde posturas analíticas, metodologías y disciplinas diversas, que recurren al uso de información cartográfica y estadística junto con datos empíricos y documentales o viceversa, estrategias de investigación cada vez más utilizadas en los actuales estudios.

En las décadas de 1970 y 1980 se iniciaron los trabajos relativos a las identidades étnicas/raciales, a los movimientos sociales y a las políticas de acción afirmativa, para dar cuenta del proceso de movilización social afrodescendiente en Colombia. Sin embargo, es sólo hacia la década de 1990 que este campo de exploración académica adquiere la relevancia necesaria para convertirse en uno de los espacios de investigación más fértiles. En este período también se establecen otros paradigmas de investigación sobre multiculturalidad,13 identidad étnica/ racial y políticas de acción afirmativa, como se designa a la política oficial de reconocimiento jurídico de la identidad afrodescendiente en Colombia de parte del gobierno central y de los gobiernos locales. Asimismo, con la implementación de estas políticas públicas en favor de los grupos étnicos/raciales, autores como Carlos Efrén Agudelo, Odile Hoffmann, Stefan Khittel, Asher Kiran, Peter Wade, Gros Christian, Claudia Mosquera, Arturo Escobar, Eduardo Restrepo, Teodora Hurtado Saa, Fernando Urrea, Mauricio Pardo, William Villa e intelectuales y activistas del movimiento afro, como Alfonso Cassiani, Libia Grueso y Carlos Rosero, entre otros, desarrollaron trabajos sobre los movimientos sociales, participación político-electoral y política multicultural. En esta ruta también es significativo resaltar los trabajos de Libia Grueso, Fernando Urrea, Arturo Escobar y Carlos Alberto Medina, cuyas investigaciones estudian igualmente el tema de la pobreza, las políticas nacionales de desarrollo y su incidencia sobre las comunidades negras.

çCabe anotar que en la presente década ha comenzado a tener fuerza, dentro de esta línea de los estudios políticos y de los procesos organizativos de comunidades negras, el tema de las reparaciones por los costos de la trata negrera y de la esclavización que tuvieron que afrontar y afrontan las poblaciones negras, discurso contra-hegemónico que cuestiona y se manifiesta en contra de la colonización y de sus consecuencias. Estos temas están siendo impulsados por investigadores como Claudia Mosquera, Luz Claudio Barcelos, Andrés Gabriel Arévalo, John Antón Sánchez, Alexis Carabalí Angola, Luis Gerardo Martines, Jaime Arocha Rodríguez, Lina Del Mar Moreno, Libia Grueso, Betty Ruth Lozano, Viviana Peñaranda y Carlos Rúa Angulo. Sin embargo, el tema de las reparaciones y de la justicia, aunque polémico, trasciende el aspecto de la esclavización y se sitúa igualmente en otros contextos como el de los costos humanos, emocionales y materiales del conflicto armado, tanto en las vidas como en los procesos organizativos y de titulación de territorios étnicos. Algunos estudios socioantropológicos y cartográficos han evidenciado cómo la geografía de la violencia guerrillera y paramilitar, en fuego cruzado con los entes de seguridad del Estado, se ha extendido hasta las regiones habitadas por afrodescendientes y a los territorios de comunidades negras, afectándolas considerablemente. Sobre estos temas se han efectuado algunas investigaciones y publicaciones por parte de autores como Jaime Arocha Rodríguez, Carlos Efrén Agudelo, Anne Marie Losonczy, Mieke Wouter, Otilia Chaverra, Martha Nubia Bello, Nayibe Peña, Arturo Escobar y Ulrich Oslender, entre otros.

Desde la geografía humana y la arquitectura hay que hacer referencia a los estudios del hábitat, de poblamiento y de las trayectorias regionales de las poblaciones negras en el contexto rural, realizados por Odile Hoffmann, Jacques Aprile–Gniset y Gilma Mosquera. Asimismo, aunque en menor medida, se ubican en esta línea de investigación los trabajos cartográficos que describen la geografía racial colombiana y las áreas urbanas y rurales habitadas por personas negras. Estos temas han sido abordados por autores como Odile Hoffmann, Oscar Almario García, Jacques Aprile–Gniset, Gilma Mosquera y Otilia Chaverra, entre otros investigadores que trabajan fundamentalmente las zonas rurales y ribereñas de la cuenca del Pacífico.

La sociología recurre al uso de conceptos como ecología, medio ambiente, espacio y territorio de la geografía humana y de las ciencias básicas y ambientales14 para el desarrollo de los estudios regionales y el estudio de fenómenos asociados con el ecosistema, la conservación del medio ambiente y el territorio, temas que tienen relación directa con los procesos de titulación colectiva de territorios constituidos como entidades étnicos/raciales, y con la política de protección ambiental. Esstos campos de investigación han sido desarrollados por Nelly Yulisa Rivas, Juana Camacho y Jhon Antón Sánchez, entre otros autores.

Continuando con esta tendencia hacia la conformación de nuevos paradigmas de análisis, la sociología y la antropología se han ocupado por ampliar su campo de acción e investigación abriéndose espacios para el análisis del mundo de lo privado, del cuerpo y de la sexualidad. Desde finales de los años 90 emergen con fuerza, en la escena de los estudios étnicos/raciales, las investigaciones que toman en cuenta la relación entre las categorías de género, clase, raza y sexualidad. Sin entrar a profundizar en las categorías de análisis y en las líneas de investigación desarrolladas, estos trabajos pueden agruparse en varias propuestas. Por un lado se encuentran aquellas que analizan las relaciones de género retomando temáticas tradicionales ya instituidas, es decir retomando variables abordadas en los estudios pioneros pero manteniendo una postura más contemporánea e incorporando nuevos conceptos al observar la condición étnica/racial como categoría de análisis y la participación de la mujer en la estructura familiar, las unidades domésticas, el trabajo femenino, las relaciones de parentesco y los movimientos sociales como temas de estudio. En esta dirección podemos referir los trabajos de Juana Camacho, Asher Kiran, Nancy Motta González, Ayda Orobio Granja y Betty Ruth Lozano. Otras corrientes se plantean la dicotomía sexo/género y la interfase masculino/femenino como variables que participan en la construcción de la masculinidad, la feminidad y la sexualidad e inciden en las relaciones interpersonales y de clase social, tópicos abordados por autores como Juana Camacho, Mara Viveros y Fernando Urrea. Una tercera perspectiva concibe el tema de las identidades de género, raciales y sexuales a partir de las prácticas sexuales, de la construcción de las identidades heterosexuales, homosexuales y transexuales y de los estereotipos raciales que emergen de las relaciones interpersonales y amorosas. En este renglón se ubican los trabajos de Mara Viveros, Fernando Urrea, Teodora Hurtado Saa, Mary Lilia Congolino y Franklin Gil. Una cuarta rama que se desprende de los estudios sobre la sexualidad afro se preocupa por los grupos LGBT (lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, transgeneristas, travestís), sus dinámicas organizativas de lucha por alcanzar reivindicaciones sociales y políticas y la estructura de clase dentro de ellas. En esta categoría se ubican los trabajos de Mara Viveros, Fernando Urrea, José Ignacio Reyes, Waldor Botero y Franklin Gil. Finalmente, se pueden mencionar los estudios de género, sexualidad y feminismo negro realizados por Mara Viveros como un nuevo paradigma de los estudios afrocolombianos.

Por otro lado, con el artículo 42 de la ley 70 de 1993 se designó la creación de la política de etnoeducación. El Ministerio de Educación Nacional, por consiguiente, es el ente encargado de formular y ejecutar una política de educación basada en las identidades culturales y raciales para crear programas curriculares que aborden el tema afro en las asignaturas escolares de los diferentes niveles de educación. Con base en esta reglamentación nace la cátedra de estudios afrocolombianos y la política de etnoeducación, donde las prácticas culturales de las poblaciones negras se convierten en temas de estudio de los programas curriculares de escuelas y universidades públicas. Es así como autores tales como Soledad Aguilar Muñoz, Luis Francisco Rodríguez, Dolcey Romero Jaramillo, Idilio Palacios Nicolas, Juan de Dios Mosquera, José Eulicer Mosquera, Lucelly Palacio, Dorina Hernández, Jorge Enrique García Rincón y Daniel Garcés diseñan cartillas y textos de formación sobre la cultura negra. Sin embargo, es importante señalar que los principales gestores de estos programas curriculares son en su mayoría docentes o profesores con distintos niveles de formación superior. Es así como la escuela, los espacios de formación y educación y los docentes se incorporan a un campo de trabajo y de producción intelectual donde no habían hecho presencia anteriormente, adquiriendo un nuevo estatus y realizando la función de formadores (etnoeducadores) de la identidad multicultural del Estado nación.15

Contrario a lo que ha pasado con otras áreas de investigación de los estudios afrocolombianos, las prácticas terapéuticas y culturales relacionadas con la salud, los imaginarios sobre salud y enfermedad y la epidemiología médica han sido poco abordados y la condición étnica/racial no ha sido tomada en cuenta como variable de investigación. No obstante, se han realizado algunos esfuerzos desde la sociología, la antropología, la demografía y la medicina por evidenciar la relevancia tanto de los estudios sobre salud, como de la incorporación de la condición étnica/racial en los procesos de valoración clínica y en los estudios epidemiológicos. Entre los esfuerzos y las investigaciones realizadas podemos rescatar los trabajos en salud sexual y reproductiva desarrollados por el grupo integrado por Fernando Urrea, Teodora Hurtado, Mary Lilya Congolino y Hernán Darío Herrera. Otros estudios han sido desarrollados por Jaime Borja y Maria Eugenia Perea, quienes individualmente realizan un análisis sociohistórico del tema al describir las prácticas medicinales y los usos terapéuticos de las plantas. Por otro lado, Teodora Hurtado se sitúa en una óptica sociodemográfica que recure al uso de datos estadísticos para analizar el fenómeno de la discriminación por condición étnica/racial, clase social y género, entre otras variables, en el acceso y el uso de los servicios de salud.

Existen igualmente algunos estudios relacionados con la medicina clínica, que se han dado a conocer como "la gran expedición humana" y que tratan el tema de las patologías en salud de las poblaciones negras e indígenas rurales. Los datos y resultados de dicha expedición han sido documentados por un grupo de médicos compuesto por Jaime Bernal, Ignacio Zarante, Oscar Salazar, Francisco Núñez y Adriana Ordóñez. No obstante, estos trabajos de la medicina alopática se realizaron con base en un modelo de estudios étnicos/raciales más que de estudios afrocolombianos, donde los sujetos investigados han sido personas indígenas y negras residentes en las zonas rurales y en condiciones de pobreza. Estos trabajos se pueden definir como estudios epidemiológicos de poblaciones marginadas e indirectamente se ubican en el área de los estudios étnicos/raciales.

Las disciplinas, teorías, conceptos y metodologías señaladas son algunos de los aspectos más generales e importantes recolectados durante la indagación documental, a partir de los cuales se puede describir el perfil de los estudios afro y su proceso evolutivo a lo largo del siglo XX y en el transcurso del presente milenio. No obstante, aunque se quedan por fuera de esta reflexión algunos aspectos temáticos, conceptuales y metodológicos, así como trabajos de investigación y autores, la discusión aquí planteada no solo sitúa al lector en el panorama histórico y contemporáneo de los estudios afrocolombianos sino que también deja abierta la discusión y el interrogante acerca de su inmediato futuro, de los posibles retos que afronta y de los caminos por explorar. A manera de conclusiones finales, paso a discutir varios de estos temas en la parte final de este ensayo.

La continuidad de los estudios afrocolombianos

Desde los estudios pioneros, las ciencias sociales, particularmente la historia, la sociología y la antropología, han dominado el campo de los estudios étnicos/ raciales. Sin embargo, los afrodescendientes han dejado de ser sujeto de estudio exclusivo de estas disciplinas y se han incorporado a la tarea otras ramas como la economía, la psicología, la demografía, las ciencias políticas y jurídicas y la geografía humana, entre otras. Igualmente, se han incorporado también otras profesiones de las ciencias aplicadas, como la medicina clínica, la ingeniería, la ecología y la biología. Como se ha documentado en este ensayo a grandes rasgos, la producción intelectual en el campo de los estudios afro en Colombia es extensa y, luego de casi dos décadas de consolidación y producción académica sobre el tema desde la Constitución de 1991, se puede decir que una de las características generales de los estudios étnicos/raciales contemporáneos es la evolución y la multiplicidad tanto de los paradigmas como de las posturas epistemológicas, de las herramientas metodológicas y de los enfoques inter, multi y transdisciplinarios aplicados.

Sin embargo, este ensayo coincide con la opinión de Restrepo (2005: 20), quien manifiesta que se cuenta en la actualidad con esta gran variedad de argumentaciones, de herramientas y de posturas epistemológicas, fundamentalmente desde las ciencias sociales y las humanidades. A pesar de esto, ante la emergencia de fenómenos como el proceso de globalización, el transnacionalismo, las políticas de la biodiversidad y de protección del medio ambiente, el feminismo negro y la reivindicación de las minorías sexuales, los estudios afro se enfrentan con un obstáculo: la insuficiencia de la academia colombiana en lo que se refiere a la observación y el tratamiento de ciertas problemáticas. Como ejemplo de esto podemos mencionar la escasez de datos estadísticos a nivel nacional sobre la población afrocolombiana, escasez que refleja una gran distancia frente a países y corrientes latinoamericanas, norteamericanas y europeas que han avanzado en este sentido y que cuentan con amplía experiencia en la construcción y el uso de datos demográficos sobre minorías étnicas/raciales, nacionales y demás. Por otro lado, es necesario enfrentar una nueva clase de invisibilidad, la cual se manifiesta en la poca atención prestada a temáticas locales, regionales y transnacionales, como lo son por ejemplo la migración internacional y los mercados globales de trabajo, donde las identidades étnicas/raciales, nacionales, sexuales y de género, además de los derechos de ciudadanía para los inmigrantes, se perfilan como los grandes temas de discusión en el presente milenio.16 Estos temas están marginalmente presentes y circunstancialmente abordados en la agenda de los académicos y políticos colombianos, mientras que los investigadores en Estados Unidos, España, México y Brasil, por mencionar algunos países con experiencia en el tema, cuentan con información cualitativa y cuantitativa para este tipo de análisis. Urge entonces estudiar los "nuevos" fenómenos que marcan la experiencia de muchas poblaciones afrocolombianas, como lo son el desplazamiento forzado y el conflicto armado, la movilidad espacial nacional, regional y transnacional, los estudios epidemiológicos, la demografía de la salud, la movilidad educacional y la formación de capitales de diferente tipo (culturales, políticos, sociales, económicos, educacionales, corporales), las identidades étnicas/raciales en los medios masivos de comunicación, la museología de la gente negra en Colombia, entre otros temas que esperan manifestarse con más fuerza e influencia en el ámbito de los estudios afro, empleando paradigmas más integrales, menos esencialistas y más transdisciplinarios. Estas propuestas requieren un tratamiento más amplio y en este estudio sólo pueden ser mencionadas.

La entrada del tema afro a la academia y a la producción intelectual del país presenta según Arocha (1996) otro sesgo analítico: el peso de la mirada indigenista, originada en la escasez de expertos en el tema a inicios de la década de 1990 y la prevalencia de antropólogos, sociólogos e historiadores indigenistas que abandonaron las temáticas amerindias para dedicarse a los estudios de la gente negra. Esto contribuyó a que se conservaran algunos elementos epistemológicos de la postura etnia-indio y se trasladaran a los estudios de la gente negra como "etnia-afro" o "etnia-negra", naturalizando la identidad afro y el color de piel como algo dado y reforzando así la mirada esencialista en los estudios de las identidades y de las prácticas culturales de la gente negra. Este problema de la objetividad epistémica y del esencialismo en los estudios de "las Colombias negras" es descrito por Arocha como una de las consecuencias no previstas de la entrada en vigencia de la política de acción afirmativa, de los discursos de las organizaciones afro y de los estudios afrocolombianos actuales, que validan la naturalización de una esencia "negra". Como ejemplo de esto tenemos el imaginario social y académico que fija de manera rígida la presencia y el lugar de origen de la gente negra en la costa Pacifica, olvidando que lo "negro" y las identidades relacionadas son invenciones sociales y que los afrocolombianos históricamente han habitado en diferentes zonas del país.

Asimismo, hay que reconocer la importancia que adquiere la presencia, cada vez más numerosa, de investigadores y académicos de origen afrocolombiano. Al inicio de los estudios afro eran unos pocos los intelectuales negros, como por ejemplo Aquiles Escalante, Rogerio Velásquez y Manuel Zapata Olivella, que trabajaban la cuestión negra y habían logrado reconocimiento en este campo (Restrepo, 2004 y 2005). Hacia las décadas de 1980 y 1990 el panorama tiende a modificarse con la entrada significativa de profesionales afro a la educación superior y posteriormente a los programas de estudios étnicos/raciales, lo cual generó un cambio importante en la construcción y producción de conocimiento. De acuerdo con Grosfoguel (2007: 37), en lugar de sujetos blancos estudiando a sujetos no-blancos, se tiene la nueva situación de personas negras estudiándose a sí mimas, como sujetos que cuestionan las visiones hegemónicas y racistas acerca de las poblaciones negras y que plantean nuevas herramientas analíticas y crean propuestas teóricas descoloniales. Se tiene entonces en esta nueva etapa de los estudios afro en Colombia a mujeres y hombres negros investigadores, algunos de los cuales también son militantes del movimiento negro, como es el caso de Alfonso Cassiani, Libia Grueso, Carlos Rosero, John Antón Sánchez, Juan de Dios Mosquera, Daniel Garcés, entre otros. Desde la academia trabajan intelectuales como Mara Viveros, Gilma Mosquera, Otilia Chaverra, Teodora Hurtado Saa, Betty Ruth Lozano, Mary Lilia Congolino, Dorina Hernández, Rocío Pérez de Samper, Santiago Arboleda, Claudia Mosquera, Alfredo Vanín, Franklin Gil y Héctor Fabio Ramírez, quienes se han convertido en los nuevos estudiosos y herederos del legado cedido por los académicos afrocolombianos pioneros en este tipo de estudios.

Uno de los principales aportes que desea hacer este escrito es evidenciar que en la construcción de conocimiento sobre la poblaciones afro en Colombia los académicos, líderes e intelectuales afrodescendientes han jugado un papel importante y protagónico, no sólo como actores pasivos o sujetos de estudio, sino también como productores activos de un conocimiento que en este artículo se define como "propio". Esto no implica desconocer el aporte de los académicos no afrodescendientes, al contrario, es evidente que la producción bibliográfica y la consolidación de los estudios afro no se habrían logrado sin la participación y el aporte conjunto de los diferentes actores. Sin embargo, como autora de este artículo, considero que los estudios realizados al respecto y citados aquí no resaltan la importancia y relevancia de la participación de investigadores afrodescendientes, tanto a nivel académico y social como epistemológico, dándole así un carácter secundario a este hecho, aunque esto no quita mérito a estos trabajos. No obstante, en el ámbito internacional y regional, tal participación representa un ícono sin precedente en los alcances de la política multicultural y de la participación de sujetos étnicos/raciales en la construcción de estas políticas y de estos saberes, lo cual posiciona a Colombia como uno de los países pioneros en América Latina en liderar desde finales del siglo XX e inicios del XXI este proceso. Este liderazgo, que no se tuvo en períodos anteriores, hoy en día coloca a nuestro país en el centro de discusión y como punto de referencia casi obligatorio para los estudios académicos y políticos que se desarrollan en la región latinoamericana sobre poblaciones afrodescendientes y otras minorías étnicas/raciales.

NOTAS AL PIE DE PÁGINA

1. Hace referencia a las personas negras e indígenas, a los grupos de inmigrantes y a aquellas poblaciones o grupos sociales que son consideradas minorías étnicas y/o raciales por el Estado y la sociedad dominante.

2. El Estado velará para que en el sistema nacional educativo se conozca y se difunda el conocimiento de las prácticas culturales propias de las comunidades negras y sus aportes a la historia y a la cultura colombiana, a fin de que ofrezcan una información equitativa y formativa de las sociedades y culturas de estas comunidades. En las áreas de sociales de los diferentes niveles educativos se incluirá la cátedra de estudios afrocolombianos conforme con los currículos correspondientes (Ley 70, Art. 39).

3. Otros espacios e instituciones que abordan el tema afro, como la Universidad Tecnológica del Chocó, la Universidad del Atlántico, la Universidad de Nariño, la Universidad de Antioquia, la Universidad de Medellín y la Universidad de Córdoba, entre otras, no fueron tomadas en consideración debido a las limitaciones y a los objetivos del proyecto, que se circunscribieron a los espacios citados y a las instituciones públicas y privadas de la región.

4. Conocidos también como epistemologías decoloniales, teoría poscolonial o post-oriental. El poscolonialismo hace referencia a un conjunto de posturas teóricas que se manifiestan en contra del legado de la colonización británica, francesa, española y portuguesa, y toma la forma de producción literaria, epistemológica o postura crítica. La teoría pos-colonialista se relaciona con la literatura producida en países que fueron o son aún colonias. También analiza los textos producidos por quienes representan el saber hegemónico y eurocéntrico y escriben sobre los países colonizados y sus poblaciones, e igualmente se pronuncia sobre sus propios grupos étnicos/ raciales subordinados. Asimismo, la teoría poscolonial crítica los discursos hegemónicos y la colonización disciplinaria, que acontece al interior de las mismas ex-colonias y que limita la producción epistémica propia. Asimismo, la teoría poscolonial trata muchos aspectos de las sociedades que han sufrido el colonialismo como, por ejemplo, el dilema de constituir una identidad nacional al despertar del yugo colonial. Los académicos de la teoría poscolonial, escritores de países colonizados, intentan articularse e incluso celebrar sus identidades culturales y reclamar a los colonizadores el reconocimiento de los aportes y del modo en que el conocimiento y las riquezas de los pueblos colonizados ha contribuido al desarrollo de los países imperialistas. Otro de los paradigmas de esta teoría se debate en contra de la literatura que se utiliza para justificar el colonialismo y el poscolonialismo a través de la perpetuación de las imágenes de los pueblos colonizados como poblaciones inferiores (véase Said, 1978).

5. Runge y Muñoz (2005: 135) describen que el evolucionismo social o ¨sociobiología especulativa¨ se perfiló, en el contexto histórico de finales del siglo XIX y comienzos del XX, como uno de los principales discursos de las ciencias sociales. Una característica de esta "ideología" del racismo es el de difundir ciertas visiones e imaginarios que ayudan a que las desigualdades sociales se "naturalicen". El evolucionismo social, en el caso concreto colombiano, permitió la fundamentación conceptual e ideológica de los llamados pensadores de la generación de la raza.

6. La fenomenología (del griego fainomai, "mostrarse" o "aparecer", y logos, "razón" o "explicación") es un método filosófico que procede a partir del análisis intuitivo de los objetos, tal como son dados a la conciencia cognoscente, y de allí busca inferir los rasgos esenciales de la experiencia y lo experimentado. La fenomenología como escuela tuvo su origen en la enseñanza de Franz Brentano, y su máximo exponente en Edmund Husserl, quien empleó el método fenomenológico para desarrollar uno de los sistemas filosóficos más populares y refinados de la primera mitad del siglo XX. En el sentido desarrollado por Husserl, la fenomenología opera abstrayendo la cuestión de la existencia del objeto conocido y describiendo minuciosamente las condiciones en las que se aparece a la conciencia (véase: http://es.wikipedia.org/wiki/Fenomenolog)

7. Brown (1986: 4) citado por Wade, 1997.

8. Durante las décadas de 1960 y 1970, Rogelio Velásquez publicó mucha información sobre la región del Chocó, mientras que Norman Whitten lo hizo sobre las zonas bajas del Ecuador y Colombia.

9. Uno de los trabajos pioneros de Friedemann, Etnicidad, etnia y transacciones étnicas en el horizonte de la cultura negra en Colombia, se publicó en el año 1976.

10. Los grupos de investigación y las organizaciones más conocidos en esta época fueron El Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Negra (CIDCUN), fundado en 1975, y el círculo de estudios Soweto, fundado un año después, que posteriormente se convirtió en el movimiento Cimarrón (1982), liderado por Juan de Dios Mosquera (Wade, 1993 y 1996; Arocha, 1996; Hurtado, 2001 y 2004).

11. Sobre el tema de los movimientos sociales de comunidades negras existe una amplia bibliografía. Al respecto leánse autores como Arboleda, Hurtado, Agudelo, Arocha, Restrepo, Pardo, Mosquera, entre otros.

12. Algunos de los grupos de investigación más reconocidos son, según universidad, los siguientes: Universidad del Valle: Grupo Migración, Urbanización e Identidades de las Poblaciones Afrocolombianas, Grupo Cununo, Grupo de Estudios Regionales. Universidad Nacional: Grupo Interdisciplinario de Estudios de Género, Grupo de Estudios Afrocolombianos. Universidad Externado de Colombia: Grupo de Estudios Africanos. Universidad de los Andes: Grupo de Estudios Culturales Afrocolombianos Coloniales y Contemporáneos. Universidad del Cauca: Grupos de investigación Antropos, Grupo Antropacifico, Grupo de Estudios Sociales Comparativos, Grupo del Departamento de Medicina Social y Salud.

13. Al respecto se puede mencionar que, apoyados en el uso de información estadística e información empírica (estudios de casos especialmente) se fundaron en el país tres observatorios contra la discriminación racial, en las ciudades Bogotá, Cali y Cartagena, en los centros de estudios jurídicos de la Universidad de los Andes, Javeriana y del Atlántico respectivamente. Los estudios jurídicos adelantados por estas instituciones, aunque recientes, tienen como objetivo recopilar, analizan y sistematizar información relacionada con los casos de discriminación racial padecidos por personas negras/mulatas, mujeres y hombres en distintos grupos de edad, con el propósito de apoyar a los afectados desde el punto de vista legal, político y sociológico en la lucha contra este fenómeno y a favor de la formulación de políticas afirmativas. No obstante, no existen muchos trabajos al respecto y Adolfo Rodríguez es uno de los pocos que ha estudiado el tema desde la antropología jurídica.

14. El área de ciencias básicas y ambientales está conformada por sub-áreas como ser humano y medio ambiente, biología, ingeniería y administración, entre otras.

15. Otros temas de investigación desarrollados, tanto por académicos como por docentes profesionales, están relacionados con las artes en general y con la literatura, la música, la danza y las artes plásticas en particular. Algunas investigaciones al respecto han sido desarrolladas por Leonardo Reales Jiménez, Catalina González, Claudia Patricia Ríos, Stevenson Samper, Sergio Salazar, Alejandro Ulloa, Peter Wade, Alfredo Vanin, Lina Maria Montoya y Guillermo Federico Rey, entre otros autores.

16. Por ejemplo, en España se está planteando la discusión en torno a la ciudadanía global para los inmigrantes transnacionales y al tema de los mercados de trabajo y la identidad étnica/racial.


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